
07 Sep Cercanías de una huésped
En Cantabria hay un monasterio…
cerca del mar, en la localidad de Suesa…
donde una comunidad de monjas, mujeres, orantes, trinitarias, a través de la hospedería, te acoge e invita a compartir su espiritualidad.
Desde hace unos años tengo como destino un retiro de meditación en este lugar con mi amigo y maestro José A. Vázquez Mosquera. Esto, además de otras visitas privadas, me da la oportunidad de acercarme y participar del templo, la rutina y la sensibilidad de estas mujeres, que trasmiten calidez y coraje en igual medida, mujeres que viven con suma honestidad la realidad y demanda de su siglo y de su género.
Profundas de reflexión, en su vocación convencidas, apasionadas, de lo que son y quieren ser más que de lo que puedan representar. Amabilidad y respeto hacia los otros, los diferentes, de pensamiento y creencias, los plurales que, al fin, somos todos, en una atmósfera en la que la palabra y el silencio se aquilatan como oro a la espera de que la Santa Ruah < viento, aliento, aire, el Espíritu o Pneuma, ese otro aliento que ordenaba el universo para los griegos, para que ese aliento tome presencia, se nos haga a los sentidos consciente, creando con ello un espacio nuevo, una buena nueva de posibilidad-oportunidad, en donde el corazón se apaciente, la razón se atenga a medida y la con-fianza vuelva de nuevo a hacernos sentir que las personas no son un medio sino un fin en si mismas.
«A la noche te examinarán de amor«, decía San Juan de la Cruz, y es en esa hora, cuando puedes asistir a la oración de `completas`, que a mí me gusta tan especialmente, cuando las sombras te asustan y te hacen niña, cuando percibes tu insignificancia, en un coro tan singular como un hemiciclo, cercano como una asamblea, en la que participas y compartes el hondo sentido de comunidad que ellas inspiran. Allí, es donde acaso puedas reparar en el esplendor del Misterio y en la emocionada gratitud por compartir la hermosura de este Jardín.
Invisibilidades, nonadas, vida.
Gracias,
I.O. –caminante-
Gracias a ti, I. O., por compartir un balbuceo de tu experiencia.