Sábado 18 de diciembre

“No temas acoger a María, tu esposa, a tu casa, porque el fruto que ella ha engendrado viene del Espíritu Santo”. (Mt 1,20)

En esta última semana de espera de la Navidad, los textos que la liturgia nos propone van acercándose más al acontecimiento del nacimiento de Jesús. Hoy se nos presenta la perspectiva de José. Aparece al principio como un hombre correcto, que quiere hacer el menor daño posible. Pero su grandeza consiste en ser capaz de cambiar de decisión. Deja atrás el miedo y acoge lo inesperado e inexplicable, porque se fía de Dios.

Su actitud nos invita a quitar barreras y defensas. Muchas veces nos da miedo dejar pasar lo de fuera a nuestra casa, a dentro. Queremos que lo incomprensible, lo molesto, lo inquietante, se quede fuera. Intentamos hacernos impermeables a estas realidades. Y, de paso, nos impermeabilizamos ante muchas otras cosas, ante la riqueza y la profundidad de la vida. Así nos volvemos frías y distantes, intentando recibir solo lo que nos da satisfacción y tranquilidad, en la superficie.

José dejó pasar a su casa a María, y con ella, al fruto del Espíritu Santo que traía consigo. Si se hubiese puesto el filtro del miedo, quizás este fruto no hubiera podido madurar.

Lo que Dios nos da no es solo para nosotras. Cuando nos damos cuenta de esto brota la generosidad. Y la humildad nos hace reconocer que no somos nadie para negar a la humanidad lo que Dios le quiere regalar por medio de nosotras.

ORACIÓN

“Pasa, Trinidad Santa, pasa a nuestra casa.

Que tu calor nos haga personas cálidas,

sin miedo a acoger la bendición que llega por donde no nos esperamos.”

Tags: