
02 Dic Esperar de otra manera.
Qué curioso es el tiempo de la espera. Qué lleno de matices y de contradicciones.
Cuando tenemos que esperar, y eso sucede porque nuestro presente está pensando en un futuro, asumimos diversas actitudes.
Podemos esperar pacientemente, sin que nos afecte en demasía ese tiempo intermedio, viviéndolo en los quehaceres cotidianos, en las rutinas de los fogones, de las letras y los espacios que se habitan, o los que solo se ocupan.
También podemos esperar con ansiedad, casi bloqueadas, con el presente anulado, mirando insistentemente el reloj, el calendario, el horizonte.
A mí me gustaría aprender a esperar de otra manera, sobre todo en adviento.
Nuestra casa está llena de signos que nos recuerdan que estamos en este tiempo de salir al camino a otear si viene ya Jesús. Tenemos diversas frases distribuidas en la sala, en el refectorio, en algún pasillo, y nos recuerdan ese marana tha que es verdadero deseo y anhelo de que se produzca el Encuentro. Pero, hay más, mucho más, afortunadamente más. Durante el adviento la propia espera ya es llegada, ya es Presencia. Los textos, los cantos, la oración personal y comunitaria, teñido todo de belleza y búsqueda, acerca el futuro, lo hace no solo inmediato sino palpable, y en la espera del Milagro, en el camino hacia la gruta ya hay pasos y hay caricias, ya hay Presencia.
Qué privilegio este modo de esperar en el que el Amado ya ha llegado, ya es, siempre es. Con este regalo la espera se convierte en acto, como si la semilla ya fuera brote, y tallo, y árbol y de nuevo semilla, pero sin perder su condición de eso, de semilla, brote, tallo y árbol.
Saborear el pan desde que entra en el horno.
Podemos esperar deseando que llegue lo esperado, con los nervios, o la duda, la inseguridad y la gana. Al mismo tiempo, lo esperado se encuentra en cada una y cada uno, con la serenidad, la certeza, la claridad y la confianza.
Me he hecho un lío, lo sé. Sencillamente, disfrutemos de este tiempo de espera porque todo está aquí, solo hemos de atrevernos a escucharlo, con todo nuestro ser.
Bendito adviento.