
14 May Carta en un amanecer, para ti.
Posted at 10:02h
in reflexiones
En este tímido amanecer, me siento ante la ventana de la habitación. La penumbra no me deja percibir bien la ría, ni las montañas que me cierran el horizonte. Retraída alborada, o perezosa.
La luna es un esbozo, primero porque está en menguante, y también porque, como te digo, esta madrugada tempranera aún no ha coloreado la vida.
Aun así ya hay movimiento. Veo cruzar una bandada de patos, ruidosos, que, dubitativos, optan por dirigirse hacia el pueblo que ocupa la otra margen de la ría. Tras ellos se queda todo en silencio, el silencio de la creación, ya sabes, el que está preñado de sonidos, de experiencias y de esfuerzo.
Una brisa ligera, fresca, me obliga a levantarme y ponerme una chaqueta. Aún queda lejos el cuarenta de mayo.
A ratos, despistadas gotas de lluvia se lanzan, aventureras, sobre la tierra.
Ahora las gaviotas, docenas, que se alejan de la costa, extrañamente en silencio.
La tierra huele, siempre huele, unas veces a vida y otras a muerte, pero huele, y te conduce a espacios que no siempre quieres visitar.
El momento es muy íntimo, ¿sabes?, muy privado, y aun con todo, quiero que formes parte de él.
Te cuento esto porque es un resumen de Dios, porque no sé contártelo de otra manera.
Estremece darse cuenta de que Dios es todo. Que no importa a donde dirija la mirada, o a qué sonido preste más atención. Él es eso, el objeto de mi mirada, el sonido que me reclama.
Más. Es más. Es la misma mirada, la misma escucha.
Más todavía. Él es yo.
Yo soy Él.
Un único Yo.
Me produce temblores de enamorada despertar con el regalo de su presencia.
Percibirlo en los ruidos de mis hermanas al comenzar el día.
Percibirlo en la noche que se despide.
En la somnolencia que ofrece resistencia.
En el dolor de espalda. También ahí, sí, en el dolor de espalda, el de cabeza, el de alma, corazón y vida.
Ya termino, porque también acaba el amanecer, que es breve, enseguida se llama «mañana».
Solo quería contarte esto.
Que Dios hoy se me ha colado en la habitación y me ha robado el pensamiento y el bolígrafo.