mujeres suesa

Solo quiero ser feliz. Solo eso.

Hace un par de domingos celebramos la fiesta de la Trinidad, la fiesta de la relación, de la comunión. El domingo pasado fue la fiesta del Corpus Christi, el cuerpo de Cristo, la presencia real de Cristo en la Eucaristía. En mitad de la semana que separa las dos fiestas ocurrió una tragedia no lejos de aquí. Dos mujeres murieron arrolladas por un tren de cercanías. Poco a poco se conoce más de la historia. Eran dos mujeres cuyos cuerpos eran prostituidos en un local cercano. Eran extranjeras, habían nacido lejos de nuestra cultura. Una de ellas quería suicidarse, según los testigos gritaba “solo quiero ser feliz”. Su amiga quería evitar que se quitase la vida, al intentarlo murió. Entregó su cuerpo, su vida, en la relación de amistad que las unía.

 “Mis ojos se deshacen en lágrimas por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo” (Jer 14) Lloro con el profeta Jeremías, y me avergüenzo.

Por las noticias solo conocemos sus iniciales, MM y SC. ¿Tal vez una se llamaba María, o Marta, como las amigas de Jesús? ¿Acaso la otra era Susana, como la mujer que la biblia nos cuenta que fue violada y condenada a morir por la perversidad de dos hombres? Inevitable sentir el corazón encogido. ¿Sabrán sus familias cómo terminó su vida?, cómo llegaron de lugares tan lejanos a un local de alterne como se llama finamente a los prostíbulos? ¿Cómo soñaban sus vidas cuando eran pequeñas? ¿Qué hay de los hombres que han estado con ellas? ¿Sentirán algún tipo de remordimiento por apoyar y proteger este tipo de esclavitud contemporánea? ¿Habrían encontrado alguna vez una mirada sanadora, profunda, dignificante?

¿Eran creyentes?

Estamos en un cambio de época, en muchos países del mundo hay movilizaciones en contra del racismo, de la injusticia, el abuso.  ¿Tardaremos mucho tiempo más en denunciar la esclavitud real que sigue existiendo en los países que nos creemos desarrollados?, ¿nos avergonzaremos del daño que estamos haciendo?, ¿empezaremos a educar en una manera de relacionarnos sana, respetuosa y dignificante?

Ellas, las mujeres prostituidas, entrarán antes que nosotras en el Reino de los Cielos.

Inevitable recodar a estas dos amigas junto a la patena, al ofrecer el pan que se transformará en Cuerpo de Cristo.