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22 de julio – Santa María Magdalena

«Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15)

Llama la atención la presencia de las lágrimas de María Magdalena en este texto de Resurrección. Primero, se nos deja bien claro que María se queda al lado del sepulcro de Jesús llorando, y que llorando mira hacia dentro del sepulcro. Luego, los ángeles le preguntan por el motivo de su llanto. Finalmente, el propio Resucitado le hace la misma pregunta.

Parece que la escena empieza con los ojos de la Magdalena llenos de lágrimas y rojos de tanto llorar. Después, en el diálogo con Jesús, podemos imaginarnos el llanto cortado por la sorpresa, las lágrimas secas sobre el rostro desconcertado. Por último, son estos ojos empapados y enjugados los que exclaman: «¡He visto al Señor!»

Las lágrimas de María son lo que limpia su mirada para reconocer y encontrarse íntimamente con el Resucitado. El suyo es un llanto de amistad, de búsqueda y de necesidad, de fidelidad y de espera. Estas se convierten en esperanza, alegría y amor libre y liberador, en discipulado y anuncio, en Buena Noticia proclamada y exclamada.

Las lágrimas de María Magdalena nos muestran que el encuentro con Jesús vivo puede ser en medio del dolor, que en la debilidad bajan las defensas y vemos lo que Dios nos quiere revelar, y no lo que nos empeñamos en ver.

Las lágrimas de María dan valor y sentido al llanto profundo de la humanidad desgarrada, y avergüenza los llantos egoístas y orgullosos.

Oración

Trinidad Santa, enséñanos a llorar como necesitamos para que nuestra mirada sea de discípulas que encuentran a su Señor.

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