sábado oscuridad

Reflexión de Sábado Santo

“ He tenido un sueño y nadie sabe interpretarlo” Gn 41, 15

Sábado Santo. “El ser humano,  sueño  de Dios”

  • En un oscuro tiempo, mis ojos empezaron a ver y tropecé con mi sombra en la más profunda oscuridad.

 Theodore Roethke. Poeta estadounidense

  • La vida se asemeja a una tela bordada. Podemos ver el bordado durante la primera parte de nuestra vida, y solo en la segunda podemos contemplar el reverso. Este no es tan bonito, pero resulta más instructivo porque nos permite advertir el modo en que los hilos se entrelazan con la tela. Arthur Schopenhauer. Filósofo alemán.

El sueño es el lenguaje en el que Dios nos habla, porque en el sueño emerge lo inconsciente, todo aquello que habita en nosotras  que no queremos o sabemos acoger y a veces tan siquiera sabemos que existe

El sepulcro vacío es el lugar donde Dios se revela de manera definitiva a Jesús porque ha habido un desvelamiento de todas aquellas sombras  que impedían a  Jesús  transformarse en  la plenitud total a la que estaba llamado, por lo tanto el sepulcro vacío es el útero donde nace la Vida con mayúscula. En el sepulcro se gesta la divinización del ser humano y de la historia en la carne de Dios

Vamos a desarrollarlo  basándonos en un texto bíblico, Mt 27, 57-60

Al atardecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. [58] Presentándose ante Pilato le pidió el cadáver de Jesús. Pilato mandó que se lo entregaran. [59] José lo tomó, lo envolvió en una sábana de lino limpia, [60] y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había excavado en la roca; después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y se marchó.

Quisiera compartir esta reflexión –experiencia -intuición, haciendo un paralelismo entre el nacimiento físico y el nacimiento espiritual.

Vivimos entre dos polos, en esa tensión entre el ya si pero todavía no. El embarazo es un tiempo entre la ganas de ver la cara del bebe, pero aun  no es el tiempo. El ya casi, pero todavía no .Jesús ha muerto, pero aún no ha resucitado. El ser humano y la creación entera nos movemos entre dos polos, en una tensión que nos permite acoger el pasado y vivir hacía el futuro en una espera expectante, en un presente lleno de Presencia. Es decir, no es quedarnos ancladas en el pasado, en el Jesús que ya no está, el muerto,  ni vivir en la resurrección de un futuro, que aún no ha llegado. Es vivir el hoy, en la profundidad y transformación que conlleva, es una triada entre el ayer, el hoy y el mañana, en la totalidad de un tiempo físico que nos  traslada al Kairos, tiempo del Espíritu

¿Qué pasó en ese sepulcro? Nadie lo sabemos, no tenemos certeza de lo ocurrido. Pero el Jesús enterrado se transforma en la esencia de la plenitud que es, y que en una forma diferente, se muestra posteriormente a los suyos. (No resucita el mismo cuerpo, con lo cual la palabra resurrección no es la más adecuada.)

Para San Juan, el momento de la muerte en Cruz, es el momento de la  resurrección.

Pero lo comparto de desde el valor del símbolo y de la experiencia

El Sábado Santo, es el día del vaciamiento, no hay seguridad de agarrarnos a lo que ocurrió, no hay cuerpo muerto,  ni posibilidad de vivirnos en lo que sucederá, la resurrección, sino que  es el día donde el vacio lleva todas las posibilidades de ser, es la transformación de lo que creemos ser en lo que auténticamente somos.

  1. José de Arimatea le pide a Pilato el cuerpo de Jesús. Lo que este relato nos relata es que nadie puede enterrarse a sí mismo. José de Arimatea se atreve a ir donde Pilatos y lleva el cuerpo de Jesús al sepulcro.

José carga en sí mismo al hombre inerte que es su amigo, y lo deposita en la morada temporal donde tiene lugar la transformación de la muerte en Vida

José deja el espacio de la tierra, del sepulcro a Jesús en un significado de universalidad, el vientre de la tierra se abre al Amor universal que representa Jesús, el Cristo, semilla nueva de la que brotará la resurrección universal para toda la humanidad. Por lo tanto, el sepulcro es el útero donde la no vida humana se transforma en vida divinizada

Nuestras madres, nos llevan, nos cargan, nos dejan parte de su espacio  en su seno durante meses para que vayamos creciendo y transformándonos en el ser humano, que posteriormente crecerá y aprenderá  a vivir. Nosotras no nos colocamos en el útero, como Jesús tampoco se colocó el mismo en el sepulcro. Al sepulcro y al útero no vamos cuando queremos, sino cuando nos depositan.

  • 2. Sepulcro nuevo. Un espacio vacío y nuevo. Lo vacío implica apertura  a la vida, fecundidad, posibilidad, y lo nuevo, es instaurar una nueva manera de comprender, de no repetir patrones, de depositar al Jesús nuevo, que nace en la plenitud del espíritu. El espíritu diviniza la carne

El sepulcro es un espacio vacío cavado en la roca que acoge el cuerpo inerte de Jesús, un cuerpo que se diviniza en la oscuridad de un sepulcro. Jesús acoge sus límites, sus sombras, su propia oscuridad. Y en esa oscuridad,  en la entrega total de sus límites, surge la luz de quién es. El sepulcro es el vientre matriz,  donde nace la vida en plenitud.

El vientre de nuestras madres, es un espacio vacío que permite que nos alojemos en él para acoger la forma humana y, posteriormente nacer.

El nacimiento humano, es un primer nacimiento que emerge al convertirse nuestra esencia en forma humana

El nacimiento en el Espíritu es el segundo nacimiento, es la vuelta a la oscuridad de un sepulcro, donde el gusano se transforma en mariposa, donde la semilla emerge como flor, donde todo aquello que nos hemos apropiado para vivir, (patrones culturales, sociales, políticos) se despega y deja al ser humano en la plenitud del Amor que es, en la divinización de la carne que se convierte en Espíritu

Sin embargo, muchas veces nos pasamos la vida enterrándonos a nosotras mismas y Jesús nos dice claramente que ese no es el camino, y nos lo dice con la frase “Dejad que las muertas entierren a sus muertas”  ( Lc 9,60)

3. – Lo envuelven en un lienzo blanco.

Al nacer nos visten para que no perdamos la temperatura que se necesita para que los niños se desarrollen, pero aquí hablan de lienzo o sábana blanca.

Es un símbolo de un nuevo bautismo, de una nueva introducción en el seno de Dios.

El color blanco es la unión de todos los colores que forman el arco iris, signo de inclusión de toda la realidad  simbolizada en la gama cromática. Nada se excluye, todos cabemos en ese lienzo blanco, que arropa la vida de todos. Es la complementariedad de lo distinto, que arroja la luz blanca. Todos podemos ser arropados por el lienzo blanco que transforma la diversidad  de los tonos con los que la vida nos hizo vivir en luz blanca

Blanco, color de limpieza, de comienzo, de pobreza, de sencillez.  Jesús es envuelto en el espíritu del Amor de Dios, y en ese lienzo estamos toda la creación, porque en nosotras también viven las semillas de resurrección, que nos permiten vivir en la plenitud de la completud vacía, que se llena del Espíritu

4 – Tiempo

Eclesiastés 3,1-3 Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: [ tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar lo plantado;  tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de destruir y tiempo de construir

Toda gestación lleva su tiempo, para el ser humano son nueve meses, para la resurrección de Jesús fueron tres días.

Cada ser humano, cada creatura necesita un tiempo diferente de gestación, de plenificarse, de llegar a esa totalidad, a esa completud de ser quién está llamado a ser, y así comenzar  a vivir en las afueras del útero o matriz que lo contenía.

El número tres es el que relaciona los opuestos, dando lugar a la armonía, por lo que el tres fue equiparado a la prudencia, sabiduría, amistad, totalidad, completud.

Es tiempo de prepararnos para salir del sepulcro, tiempo de vaciarnos del ego, del personaje de ficción, del personaje ideal con el que caminamos. Tiempo de transformación, de perder moldes antiguos, para estrenar la novedad de ser vida resucitada.

CONTEMPLAR

Todo existe en la maravilla única

del instante eterno

Todo nace en el ahora preciso

de la vida abierta.

Todo emerge en la novedad continua

del momento entrelazado

Todo canta en la melodía precisa

que suena en el sin tiempo.

Todo vibra en el imperceptible movimiento

de la eternidad silente

Todo resucita en el presente eterno

del ahora contemplado.

Dinámica para vivir este Sábado

En una pequeña bolsa confeccionada por vosotras mismas, introducir tierra.

Así mismo, cortar pequeñas tiras de papel donde vais escribiendo todo aquello que os pesa.

Vais introduciendo a lo largo del día esos papeles, vuestros lastres en la tierra.

El papel se pudrirá en la tierra, y también vuestros “limites” se transformarán la tierra. Con el tiempo el papel desaparecerá

El Domingo todo resucitará, y los límites se convertirán  en dones,  porque la resurrección nos alcanzará a todas.

¡ FELIZ SÁBADO SANTO !