
03 Feb Sábado IV Tiempo Ordinario
“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: -Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”. (Mc 6, 30-34)
Al principio del capítulo 6 del evangelio según Marcos, Jesús ha enviado a sus discípulo de dos en dos a curar y predicar. Los ha mandado sin seguridades sin dinero, ni pan, ni bolsa, lo único que pueden y deber llevar es confianza en grandes cantidades. Ellos se han marchado, no sabemos si asustados o decididos y ahora regresan.
«Volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho”. Nos los podemos imaginar contado mil aventuras, cada uno de ellos ha vivido algo diferente, cada uno tiene su experiencia y la comparten con Jesús y los demás. Están disfrutando de un momento de intensa fraternidad. Jesús les escucha con atención, vibra con el sentimiento de cada uno de ellos y en ese ambiente cálido desea obsequiarles con un poco de descanso, así que los invita a marchar a lugar tranquilo.
Si alguna vez alguien ha sabido leer en tu rostro el cansancio y te ha brindado un alivio entonces sabes bien la alegría que se siente. A veces solo con que se den cuenta y muestren su deseo de concedernos un descanso ya nos hace sentir mejor. Por eso es hermoso descubrir este gesto tan humano, tan delicado, en Jesús.
Él quiere a sus discípulos, se preocupa por ellos, los cuida. Mira por su bien y se los lleva a un lugar tranquilo para que descansen. Lo hizo con sus primeras seguidoras y seguidores y lo sigue haciendo ahora. Él quiere que nos reunamos con él a menudo y le contemos todo lo que hemos hecho. Nos espera con paciencia y desea aliviar nuestro cansancio. No es necesario hacer nada complicado: basta con buscar un poco de tiempo cada día, unos minutos de silencio en los que dejemos que nuestros ruidos se aquieten y brote ese descanso que Dios nos regala.
Oración
Enséñanos, Trinidad Santa a volver a ti y contarte todo lo que hacemos. Enséñanos a descansar en ti.