Sábado después de la Epifanía

«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Mt 4,12-17.23-25

Hoy nos encontramos a Jesús que, a partir de un suceso traumático, como fue el arresto de Juan el Bautista, comienza un tiempo de transformación, que va desde el anonimato a lo que llamamos «su vida pública».

En ese movimiento de cambio, de re-comenzar, el evangelista nos trae a la memoria las palabras del profeta Isaías: «El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló» (Is 9,2). Ante un tiempo nuevo, se sugiere a quien escucha este pasaje a echar la vista atrás para recordar la fuerza de la luz por encima de las tinieblas, también de las tinieblas actuales.

Justo después, se nos presentan unas de las primeras palabras de Jesús: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Él, que estaba viviendo un tiempo de cambio, de transformación, llama a quienes le escuchaban entonces, y también ahora, a la conversión, a una profunda transformación.

Ante esto, ¿qué nos puede surgir? ¿Miedo?¿Falta de interés?¿Vértigo? Ante estas sensaciones, no podemos olvidar el anuncio de que la luz brilla en las tinieblas. Tampoco podemos permanecer indiferentes ante el anuncio de Jesús: «está cerca el reino de los cielos». Ya está llegando. Ya está aquí. Emmanuel. Dios con nosotras. Siempre. Llamándonos a la conversión del amor.

Oración

Sigue llamándonos a la conversión, Dios Trinidad. Sigue suscitando en nosotras esa sed de ti.

Abre los ojos de nuestro corazón para descubrir tu reino, ya, entre nosotras.

Amén