
18 Ago Lo que alimenta el silencio
El silencio alimenta aquello que le permitimos. Es muy sencillo. Si tu silencio alimenta la calma, la oración, si te ayuda a crear un espacio de serenidad, un tiempo de quietud interior entonces, ¡bendita comilona! Si, por el contrario, tu silencio, o simplemente tu mudez, da de comer al resentimiento, a la acidez, a la envidia o los celos, a la ira y la inquietud, entonces… mejor aléjate de ese aparente silencio porque no es tal sino una especie de enjambre de avispas irritadas.
A Jesús nos lo encontramos en ocasiones liberando del demonio de la mudez a algunas personas. A ellas las invita a hablar, a comunicarse, a dialogar porque así el diablo (que significa “el que separa”) tendrá que ir a sembrar discordia entre pedregales.
Solo hay un silencio bueno, el del amor, el de la verdad y la belleza, el silencio que calla porque perdona, el que acoge porque comprende, el que espera porque respeta.
Me doy cuenta de que a veces nuestros silencios lo son pero de muerte, de negatividad. Cuando callamos porque no queremos dialogar, no queremos hacer ni el más mínimo movimiento hacia la otra; esos silencios que disfrazamos de tolerancia, o de victimismo.
Cuando el silencio es verdadero, sano, entonces genera alegría, encuentro, apertura y flexibilidad.
Si Zacarías hubiera atendido mejor a la Palabra de Dios en su encuentro con Él quizás habría salido del Templo en silencio y no mudo:
Le replicó el ángel: —Yo soy Gabriel, que sirvo a Dios en su presencia: me ha enviado a hablarte, a darte esta Buena Noticia. Pero mira, quedarás mudo y sin poder hablar hasta que eso se cumpla, por no haber creído mis palabras que se cumplirán a su debido tiempo. (cfr Lc 1, 5-25)
Hoy me propongo darme cuenta de cuándo y por qué callo, y qué genera en los demás. A lo mejor mi silencio les ayuda a silenciarse, a avanzar hacia la hondura, porque si, en cambio, provoca irritación, quizás sea bueno revisar honestamente la limpieza de mi callar, si es amor o si es ego.
Si te animas, hazlo tú también, a ver qué descubrimos 😉