
16 Abr REFLEXIÓN SÁBADO SANTO
La Vigilia Pascual y la vidriera del monasterio.
Las pistas para el día de hoy están enfocadas hacia la celebración de esta noche. Es la más importante del año, para quienes vienen al monasterio a celebrar sin prisa, a la fiesta de la Vida. Es una fiesta llena de símbolos que intentan anunciar a Dios,
Esta noche se recupera de nuevo todos los elementos que usamos en la liturgia: la luz, la Palabra, el agua, el banquete con el Pan y Vino. Como una imagen vale más que mil palabras vamos a quedarnos con la imagen que vemos en la vidriera del monasterio. Está llena de simbología, es una imagen catequética, un icono, y también evangélica porque anuncia a quien quiera pararse a contemplar la buena noticia: Dios está cerca, Dios es amor.
1.- La luz
Parece obvio, una vidriera toma todo su esplendor si pasa la luz a través de ella. De la misma manera la humanidad alcanza su plenitud cuando deja transparentar al Dios que canta en su interior y alumbra a toda la Creación. La luz revela el mensaje, es dinámica, no se puede retener, solo contemplar y admirar.
A través de nuestra vidriera se ilumina el lugar de la oración, el corazón del monasterio que es la capilla donde nos reunimos a orar. Ella nos revela cómo es Dios, es Trinidad, Danza divina, Relación en Amor, Amor amando.
2.- La Palabra
Este Dios se ha relacionado con sus criaturas desde el principio de los tiempos. El génesis nos dice que Dios al atardecer iba al jardín del Edén a charlar con Adán y Eva, la humanidad, a quienes había creado a su imagen y semejanza. . ¿Acaso cuando éramos niñas no nos resultaba natural creer en lo que no se ve, en lo intangible, en Dios? El relato nos cuenta que se rompe esta cordialidad y aparece la desconfianza, el ser humano comienza a tener miedo de su Creador, de sus semejantes, comienza a hacerse daño a provocar sufrimiento. Y se aísla. Pero Dios no se aleja, a pesar de que ya no le conozcamos, hayamos perdido la familiaridad. Las lecturas de esta noche son como un camino recorrido por la humanidad en el que ha ido descubriendo de nuevo el rostro de Dios. Un camino que culmina en Jesús, el Cristo. El mismo Dios encarnado restableciendo la relación de hijas e hijos suyos.
En nuestra vidriera están plasmadas a modo de catequesis, expresando el deseo de Dios, reconciliar esta herida de temor y miedo.
1 Os he creado:
Si miramos hacia la vidriera veremos los días de la creación comenzando por la parte de arriba a la izquierda y siguiendo en la dirección de las agujas de un reloj: la luz separada de la oscuridad, las bóvedas celestes y las aguas, la tierra firma con los árboles y frutos, los astros del cielo, los peces del mar y animales acuáticos, los animales terrestres (bueno, para ver esto tienes que imaginarte un animal de perfil). ¿Y el ser humano? Eres tú, soy yo, somos quienes miramos esta imagen porque no es una imagen plana, sino tridimensional, en movimiento. Habíamos dicho que Dios en relación, y desea relacionarse, la primera lectura nos recuerda: os he creado, venís de mi, de mis entrañas.
2 Os bendigo Gn, 22, 1-18
No nos ha creado y, ya está, se desentiende de sus criaturas. Dios nos bendice y nos hace bendición para otras personas. Abrahán entiende a Dios como un ser a quien hay que aplacar ofreciéndole cosas muy preciosas, cuanto más sufras tú, más contento está Dios. La segunda lectura rompe con esta imagen distorsionada de nuestro Padre. Abrahán es capaz de convertirse, escuchar activamente, abierto a la novedad que supone para él ofrecer un animal en vez de su hijo como hacen todas las demás tribus de su entorno para relacionarse con sus dioses.
Contemplemos los brazos de las tres personas de la vidriera. La del centro tiene los dos extendidos y las de los lados le acompañan cada una con el brazo más cercano. Las tres personas hacen este gesto de bendición diciéndonos: “te colmaré de bendiciones y multiplicaré inmensamente tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de las playas.”
3 Os salvo: Ex. 14, 15-15, 1.20
Nuestra ilustre monja trinitaria Marcela Lope de Vega escribía por el siglo XVII coloquios espirituales poniendo como personajes a Tibieza, Alma, Oración… En el éxodo encontramos lo mismo. Faraón representa el mal, la esclavitud. Cuando el ser humano se aleja de Dios, su vida se vuelve oscura, punzante, dura. Se vuelve superficial, pierde el sentido, la consistencia.
Esto es lo que simboliza la parte baja de la vidriera, donde se encuentra la parte más oscura, apeas pasa la luz. Son líneas rectas, ninguna curva, con una cadena que atraviesa este espacio. Es una cadena que al iluminarla de manera artificial refleja atrayentes tonos plateados y dorados. Pero sus eslabones son opacos a la luz natural. Esta cadena está rota. Dios nos salva de lo que nos esclaviza, de lo que nos pesa y oprime. Dios nos invita a la libertad.
4 Os amo: Is. 54, 5-14
No está mal que quien nos ha creado nos bendiga y además nos escuche y libere cuando caemos en la esclavitud. Pero la gran revelación de la biblia, el corazón de la Palabra es el amor de Dios. Aquí Dios se descubre, “mi amor por ti es eterno”. Escuchar esto de la boca de Dios estremece el alma de asombro, sobrecoge el corazón.
Si contemplas la vidriera verás que las tres personas tienen sus rostros vueltos hacia ti. Si unimos mediante un círculo los tres rostros encontramos que en el centro de esa circunferencia está representado el corazón de Dios. Dios que es Padre, Amigo, Amante, en toda la diversidad de relaciones humanas declara su amor a la humanidad.
5 Os busco: Is. 55, 1-11
En la lectura de Isaías Dios nos dice: “Venid a mí, escuchadme y viviréis”. El amor de Dios no está manchado de soberbia. Dios no se queda esperando pasivamente a que le amemos, a que le correspondamos con amor. Nos llama, nos busca, nos invita. No se cansa, porque es fiel, busca una alianza duradera. Propone un camino con ÉL mucho más espacioso que cualquiera de nuestros caminos en solitario.
Una de las personas de la vidriera tiene un pie fuera de la zona más iluminada, la que simboliza el espacio divino, y se introduce en la oscuridad. ¿Quién entiende este gesto de Dios? ¿Un Dios tan cercano que viene en nuestra búsqueda cuando nos perdemos por caminos sin salida? Dios da la vuelta a nuestras jerarquías, nuestras prepotencias. A estas alturas tal vez hayas descubierto que la persona de azul representa a Cristo, quien no toma como un privilegio el ser Dios, sino que se abaja para buscarnos y anunciarnos la cercanía de Dios.
6 Os enseño: Ba. 3, 9-15.32-4,4
Lo verdadero, lo auténtico, coherente y honesto, nos atrae. Pero es fácil dejarse llevar por el qué dirán, por lo aparente. Casi por inercia tendemos a disimular, a tapar, a vivir en la epidermis de nuestra existencia. Nos complicamos la vida escondiendo lo que somos. Y realmente nos provoca una gran desazón. Perdemos la capacidad de reflexionar. Pensamos mucho, no podemos para la mente, pero lo hacemos de forma alocada, desbocada, sin rumbo. Dios nos muestra la sabiduría, nos instruye, como un buen maestro, para darnos vida, para que vivamos en paz.
La misma persona que sale hacia lo oscuro señala con su brazo hacia la persona vestida de blanco, su cabeza está inclinada hacia ella, al igual que la persona de rojo tiene un leve movimiento hacia la misma dirección. Sus pies están dirigidos también hacia la persona de blanco. Cristo (azul) nos muestra el camino hacia el Padre (blanco) ayudado por la Santa Ruah, el Espíritu Santo (rojo).
7 Os perdono: Ez 36, 16-17a. 18-28
El poder de Dios no consiste en la posibilidad de destruir o de conseguir cosas a su antojo. El verdadero poder, lo que hace a Dios ser Dios es su compasión. Desde aquí se puede entender el perdón de Dios. No hay nada que Dios no pueda perdonar. Su perdón no depende de nuestras acciones, está por encima de ellas. Cuando el corazón se nos hace de piedra, nos ofrece un corazón de carne, nos tiende la mano. Siempre.
El Padre, la persona de blanco tiene su brazo derecho extendido hacia nosotros, la mano abierta esperando que se la tomemos y dancemos la danza de la Vida, en la tierra en la que nos sumergimos en Comunión con todo lo creado, volviendo a la tierra soñada por Dios, a la familiaridad con la Trinidad.
8 Os renuevo: Rm. 6, 3-11
El pecado, lo que nos aleja de Dios, es dejarnos llevar por el miedo que hace daño y crea sufrimiento. La vida, muerte y resurrección de Jesús, nos abren la puerta a una vida nueva. Todo queda lleno de vida, todo es recreado de nuevo
En la vidriera vemos una gota de sangre en la parte más baja, la más alejada. Una gota que cae de la mano de Cristo, simbolizando su vida entregada que nos saca del miedo paralizante y nos muestra el camino de la confianza en Dios. Con Cristo, pase lo que pase, lo que pasa es Dios.
Está vivo
Es la gran noticia. Todo esto que nos revela la Palabra a lo largo de los siglos se hace carne en Jesús de Nazaret. Dios que nos salva, nos bendice, nos ama, nos busca, nos enseña, nos perdona. Atraviesa la existencia humana, y vence el temor que lleva a la muerte y confía en Dios Padre hasta el final. Su vida resucitada que se hace presente cada vez que bendecimos, amamos, buscamos a quien se pierde, mostramos el camino hacia Dios a otras personas y perdonamos. A imagen y semejanza de Dios Trinidad, en una danza que nos lleva a la vida plena.
3.- El agua
Podríamos decir que los seres humanos somos agua, al menos en un alto porcentaje de nuestro volumen. Necesitamos el agua para vivir, y la necesitamos cada día. Es fundamental que fluya por nuestro cuerpo y que no se retenga porque enfermamos, está íntimamente relacionada con la vida humana. Es un elemento esencial también en la Biblia. Hay multitud de encuentros junto a pozos, ríos, mares. Jesús se encuentra con la samaritana, con el lisiado, junto al agua. También está íntimamente relacionada con la vida en Dios. Jesús nos promete un agua que quietará la sed.
En la vidriera vemos que las tres personas están rodeadas, de un espacio transparente, como el agua, que las comunica, las enlaza y va más allá, sale por los lados, derramándose.
4.- El Pan y Vino
Finalmente esta noche recuperamos la eucaristía, la comida con Dios. En esta eucaristía se fundamenten todas las del año. Dios se relaciona con la humanidad en una comida, que simboliza la familiaridad, el encuentro íntimo, el banquete que Dios nos tiene preparado en su Reino.
En la vidriera de nuevo nos fijamos en la persona de azul, Cristo. Su pie derecho, que rompe la cadena, al contacto con la oscuridad las líneas rectas se vuelven curvas, se transforman las rigideces. Esas líneas curvas dejan ver una gran copa y unos panes, que simbolizan el Pan y Vino de la Eucaristía.
