
18 Mar San José
“José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: ‘José, hijo de David, no temas acoger a María, tu esposa, a tu casa, porque el fruto que ella ha engendrado viene del Espíritu Santo’”. (Mt 1, 19-20)
Después de unos cuantos días de Cuaresma, quizás ya se nos han deshinchado un poco los buenos propósitos, las ganas de prepararnos para celebrar la Pascua. Puede que nos hayamos desanimado al ver que seguimos siendo las mismas, que eso de convertirnos, un año más, no nos llega…
En mitad de la Cuaresma se nos ofrece la solemnidad de San José. Podemos vivirla no como un respiro de alegría en medio de un tiempo no muy agradable, sino fijándonos en qué nos puede aportar la figura de José en este camino hacia lo esencial.
Se nos dice que José era un hombre justo, es decir, que buscaba vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. En su idea, casarse con una mujer embarazada no era algo que Dios aprobara, como tampoco repudiarla. Encuentra la solución de repudiarla en secreto, eso le parece lo mejor.
Sin embargo, lo que nos da seguridad frente a Dios tiene muchos números de que en realidad nos esté apartando de él. Jesús nos dice en otros lugares que sentirnos buenas, rectas, justas, por lo que hacemos y pensamos no es un buen camino para relacionarnos con Dios.
Dios pide a José que cambie de opinión y de decisión, es decir, que confíe en Él, y no en lo que parece lo más sensato. José le hace lugar a Dios, y esta puede ser una buena actitud para contemplar esta Cuaresma.
ORACIÓN
“Guíanos, Trinidad Santa, por tus caminos, que no son los nuestros.
Desbarata nuestra sensatez, nuestra justicia, nuestra rectitud, para que solamente quedes Tú.”