
31 Dic Hacer balance con ánimo agradecido
Concluye el año, apenas si le quedan unas cuentas horas sueltas con las que casi no sabes ni qué hacer, hilvanadas con la espera del futuro que se asoma por las esquinas de todos los calendarios.
Son unas horas que te miran zalameras, para que les dediques el tiempo que reside en ellas y hacer así balance e inventario de lo vivido en los días, semanas, meses anteriores.
Hacer balance sin juzgar nada, qué necesidad hay. Hacer balance para darse cuenta de que, si está bien hecho, las cuentas siempre salen a favor, y el superávit es notorio.
Hacer balance y balancear aquello que gustó menos, que enfrascó el ánimo a veces y lo dejó macerar en alguna estantería.
Ponte en pie, con los brazos en jarras, en actitud de aceptación, de desafío si lo ves necesario, y echa un vistazo a este 2021 que nos salió un pelín rebelde, adolescente chulesco.
Míralo bien, sin prisa, aún quedan horas.
Míralo sin hacer otra cosa, y percibe la fuerza de las enseñanzas, su deseo de mostrarnos alguna verdad olvidada, el arrimo que nos permite reconocer lo que es esencialmente importante, vitalmente importante.
Después de hacer esto, sonríe, y da las gracias, qué caramba, con elegancia, que no se diga que no tienes capacidad sobrada para percibir el rayo de sol aun en medio del mar de nubes.
El año 2022 es, no sé, muy par, como “de a dos”, pero podemos mejorarlo (y eso que va a ser magnífico) porque lo que es de dos se queda en una acción rebote, mas si nos empeñamos podremos hacer un año de a tres, y eso es comunidad, es interrelación, es espacio abierto, es Dios Trinidad.
Siempre es bueno hacer una paradita en el ajetreo de este día, aunque solo sea en la cabeza, y agradecer la experiencia que se ha adquirido, y desear, con los ojos cerrados y los puños muy apretados que el 2022 sea un año lleno de Dios. Con rima incluida.
¡Feliz año nuevo!