
04 Jun Un salto hacia el interior de la belleza
A veces necesitamos zambullirnos en la belleza.
Hay momentos, largos o cortos, en los que el corazón te pide emborracharse de belleza, emborracharse hasta perder el sentido.
Lo grande es que la belleza reside en los ojos que miran no en el objeto mirado. Eso facilita mucho el poder llegar a un estado considerable de ebriedad.
Zambullirnos en un instante de belleza, de tanta que se nos aneguen los ojos.
¿Recuerdas la vieja película de Mary Poppins? He perdido la cuenta del número de veces que la he visto. Me fascina la mezcla de fantasía y optimismo que derrocha. En la película hay una escena en la que Mary Poppins, junto con los dos pequeños a los que cuida y el deshollinador, se toman de la mano y, dando un salto sobre un dibujo que hay en el suelo, se introducen en la escena representada. Una vez dentro, se relacionan con unos personajes dibujados y aprenden la famosa palabra «supercalifragilisticoespialidoso».
Con un sencillo salto se cuelan en la belleza de una historia. Han sabido verla en un dibujo corriente, y efímero, pintado a tiza en el suelo.
No podemos vivir sin belleza, se nos arruinaría la mirada, el alma entera.
La belleza no habita solo en las salas de los museos, en las maravillosas arquitecturas, esculturas, piezas de música, poemas, novelas y obras de teatro que pueblan el planeta y el corazón de quienes lo habitamos.
Tampoco está solo en la bravura del mar y en la cadencia de sus olas, o en la infinitud de los campos castellanos, o el poderoso verdor de los prados de mi tierra.
Está en todo eso, «y más allá».
La belleza la creamos cada día, en cada sonrisa y en cada palabra escuchada con atención.
La creamos con el gesto paciente, con la opción por querer un poco más a quien nos incomoda, y también con el silencio atento de la oración.
Dios nos ha creado bellos, bellas, y nos ha dado el poder de embellecer nuestro alrededor.
«Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados?»
Sí, ¿por qué?
¿Por qué, si poseemos en nuestro interior una fuente de belleza no sabemos sacarla afuera con tanta facilidad? ¿Qué nos impide percibir lo hermoso a nuestro alrededor?
Más aún, ¿qué nos impide construirlo?
Te invito a emborracharte de belleza.
Mira tus manos, prolongación de las divinas.
«¡A ti te digo, levántate y crea belleza!»