regalo suesa

Gracias por el regalo, por su variedad

El pasado sábado, día 26, celebramos la profesión temporal de Esther y Júlia. Al final del encuentro cada una de ellas se dirigió a la asamblea. Júlia, junto su su inseparable chelo, tocó «El cant del ocells» . Esther quiso dirigirnos unas palabras, y aquí las dejamos.

Doy gracias a Dios por compartir con tanta gente querida nuestro compromiso, nuestra entrega, nuestra Profesión Temporal.

Me gustaría hoy compartir cinco regalos que siento que Dios me ha entregado como árboles que plantar y cuidar durante toda mi vida.

El primer regalo es el reto de la HUMILDAD. La vida en comunidad lleva a conocerse profundamente y llama a vivirse como plenamente amada. Solo así se puede vivir sin ocultarse y sin defenderse.

El segundo árbol es la DIVERSIDAD. Llegué a la comunidad (y aún hoy me pasa a veces) pensando en dos: bueno o malo, llevar razón o no. Resulta que hay muchas maneras de hacer un huevo frito, tantos como personas. Resulta que la diversidad enriquece y ayuda a ser más flexible.

El tercer regalo es la COMUNIDAD, que es más que la suma de las diferentes hermanas. Es una realidad de Dios que me invita a soltar rigideces, a entrelazar raíces y a convertirme en una gota más en el mar.

El cuarto regalo es el de la REALIDAD, el dejar la vida acontecer, sin controlarlo todo, sin luchar. Vivir acogiendo y en libertad.

El quinto árbol es la ESCUCHA, una escucha atenta, descubriendo en la música de la vida las diferentes notas y también los silencios.

Experimento cada día que solo desde ahí, con estos cinco dones, puedo entregarme y amar, como Jesús nos pidió que hiciésemos sus discípulos y discípulas (y no solo las monjas). Porque si nos amamos unas a otras, Dios permanece en nosotras y así podremos ser canales de la bendición y el amor de Dios Trinidad a toda la humanidad.

Por todo lo que ha sido, Señor, GRACIAS. Por todo lo que vendrá, SÍ.