sueños suesa

Solo unos pocos sueños se cumplen…

«Solo unos pocos sueños se cumplen», decía Enrique Jardiel Poncela, «la gran mayoría de los sueños se roncan».

La frase es certera, ¿eh? Con su habitual agilidad, el dramaturgo madrileño nos invita a repasar cómo anda la lista de sueños, cumplidos o roncados, en cuentra vida.

Los sueños están unidos a los deseos, a los anhelos. También están en perenne relación con el esfuerzo, y a veces con la casualidad, la suerte, o la «diosidad».

Tan sano, y tan necesario, es cumplirlos como roncarlos.

¿Qué soñamos quienes profesamos la fe cristiana?

Deja unos minutos…

Mira tu corazón de discípula.

¿Qué sueña?

Hay gente que tiene miedo de que se le cumplan los sueños, porque piensa que entonces se le acabará la magia, la ilusión.

Yo no.

Yo solo tengo miedo de dejar de soñar.

Cuando se me cumple un sueño, lo celebro, lo festejo, lo cuido, y enseguida me surge otro, o varios.

Hay sueños que que enseñan, que ejercen de mentores (separado, ¿eh?, «de mentores», no «dementores», que eso es otro asunto).

Otros ayudan a discernir, a encontrar soluciones adecuadas para los problemas, o al menos ayudan a hallar el principio del ovillo.

Otros más sirven para tomar decisiones, como el de José, el carpintero que soñó y aceptó la palabra de su mujer.

Algunos te ponen en contacto con el futuro, como ese otro José, el que fuera vendido por sus hermanos y que, pasado el tiempo, supo perdonarlos, porque soñó que era posible.

Existen sueños, como el de Jacob, el del cuadro de Ribera, que conllevan lucha, y de los que amaneces con una herida, una marca que te recuerda que a veces soñar es exigente, sobre todo si pretendes que sea real lo soñado.

Y si nos salimos del mundo bíblico, cómo no vamos a citar al bendito de Segismundo, el protagonista encadenado de La vida es sueño, soñando, en conclusión, lo que era, aunque no lo entendiera.

Hermana, hermano, ¿qué sueñas?

«De noche son los sueños tu lengua más profunda», cantamos en el himno litúrgico. Bellísimo.

La noche, con sus vaivenes, con sus propias narraciones, son encuentro con Dios.

No dejes de soñar, por favor.