
01 Sep Eres la presencialidad renovada
Eres la presencialidad renovada, porque estás en el amanecer que huele a hierba refrescada.
También en la luna que se pasea con traje de luces, con una comparsa de estrellas que se encienden y se apagan a una velocidad inimaginable… Discoteca del cielo.
Estás presente en los trinos más madrugadores y en aquellos que se acuestan tarde.
Estás presente en la ría que, llena de vida, recibe y suelta el agua, como yo hago con mi respiración, como tú hiciste con tu existencia.
Y en las flores que reciben las abejas, las que decoran nuestro huerto y las que después se hacen fruto, cual metáfora de algunas vidas.
Estás presente en el aire tibio del mediodía, que amodorra la naturaleza, que la hace sestear.
Estás presente en las pisadas de mis hermanas, y en las mías, y en las de huéspedes y fieles, curiosos y mirones.
En el sueño de la noche, ese que nos descansa y que tú velas, ese que dura apenas minutos,… o eso parece.
Estás presente en la Palabra que se proclama, con fe y con lengua humilde. Y en el canto, el entonado y el otro, el que crea inquietud y alguna risa.
Ah, sí, y en la risa, ahí sí que estás presente. La risa floja que no hay manera de contener, y la que provoca las buenas noticias, los encuentros, los abrazos (a distancia, sí, algunas veces).
Pero también te gusta estar presente, y lo estás, en el surco de las lágrimas, esas de la niña que se aburre, y las de la mujer que desconoce su futuro, pero confía.
Quizás estás presente en todo lo que existe. Quizás es que eres lo que existe. O quizás es que eres presente.
Yo qué sé.
Es fácil tropezarse contigo, porque lo atraviesas todo y lo impregnas de tu aroma.
Presencialidad renovada.
Bendito seas.
Fotografía de S.B.G.