animales Suesa

El carnaval de los animales

Los animales han recuperado espacio a lo largo de este tiempo de pandemia. En las noticias han salido delfines por la bahía de Santander, jabalíes en Barcelona, corzos en nucleos urbanos,… y nosotras tenemos el gozo de contemplar cisnes danzando amigablemente en la ría de Cubas, frente a nuestro monasterio.

Lo habitual era ver patos, gaviotas (muchas), fuera de la ría, garzas, cuervos, milanos, tordos, urracas, y montones de especies más que conviven habitualmente por esta zona. Pero, ¿cisnes?, no, nunca habíamos visto cisnes.

Estos animales son elegantes, majestuosos. Se deslizan por la ría como si llevaran patines sobre un suelo helado. No es de extrañar que sean protagonistas de una pieza musical tan bella y tan conocida como es “El lago de los cisnes”.

Cuando avanzan no percibes en ellos movimiento, como si tuvieran una vela invisible y, con viento favorable, recorrieran la superficie de la ría.

Pero la verdad es otra. La verdad es que, bajo el agua, sus patas se agitan veloces para impulsar el movimiento y poder avanzar. Es su secreto. Serenidad en la superficie, agitación en la hondura.

Mirándolos me ha dado por pensar en cuántas veces mi vida está flotando en esa dualidad, cuántas veces me muevo entre la aparente paz y la real agitación.  O también, por darle un matiz más positivo, cuántas veces lo que aparentemente es serenidad o sencillez, lleva en su interior un trabajo arduo, un esfuerzo ejemplar.

Me quedo con esta versión, me gusta más esta lección de los cisnes de la ría.

Es ocasiones alguna persona nos comenta la paz que se respira en el monasterio. Ay,… esa paz que parece simple don de Dios es, además, fruto del esfuerzo de cada hermana por llevar adelante un proyecto que creemos viene de Él. Tras esa paz hay mucho trabajo, empezando por una opción consciente.

Por supuesto que no siempre es Walt Disney lo que vivimos en comunidad, sería absurdo afirmar eso, e inmaduro que alguien lo crea así. En casa tenemos de Disney y de Warner, para equilibrar, para aprender, para madurar.

Nada de lo que aparentemente es sencillo, diáfano, fácil, clarificador, se da gracias a un simple clic, no, lo que parece tan espontáneo conlleva, por regla general, una gran organización, un gran trabajo.

Así que, queridos cisnes, gracias por enseñarnos a trabajar sin descanso para vivir serenamente. Ojalá no os marchéis cuando los seres humanos empecemos a “colonizar” esos espacios naturales que deberían ser compartidos.

Y para acabar escuchemos la parte del cisne de “El carnaval de los animales”, de Saint-Saens. Si prestáis atención podréis percibir cómo la música expresa por una parte el suave deslizar del cisne, y por otra, gracias a uno de los pianos, el agitado movimiento de las patas del animal para poder avanzar.

 

Imagen de themindinraw en Pixabay