
10 Abr La Pasión del Señor. Ciclo A
“Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
-Mirad, os lo saco a fuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.
Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo:
-Aquí lo tenéis.”
El Viernes Santo nos deja a solas con la Pasión de Jesús. No tenemos eucaristía y este año de confinamiento se hace sentir más intensamente. Ahora que muchas de nosotras llevamos ya tiempo privadas de ella podemos vivir con más hondura esta ausencia.
La lectura de la Pasión nos pone de frente a un condenado a muerte. Una persona ajusticiada, humillada, vejada. Alguien que es considerado peligroso para la sociedad y que en consecuencia es mejor destruirlo, aniquilarlo.
Las autoridades tanto civiles como religiosas de aquel momento sencillamente velaron por mantener el orden y las posiciones de privilegiadas frente a alguien que amenazaba con trastocarlo todo.
La vida y el mensaje de Jesús eran peligrosos para las autoridades religiosas judías y para el Imperio Romano.
Dignificar a cualquier ser humano, devolverle la valía que el sistema le ha sustraído es sinónimo de erosionar los privilegios y el poder de quienes se han colocado por encima, dominando.
La muerte violenta de Jesús fue consecuencia de su compromiso con una vida plena construida sobre unas relaciones de igualdad. Anunciar el Reino de Jesús habla de la Verdad, la Libertad y el Amor no como un bien exclusivo reservado a unas pocas personas, sino como un bien común para todas. Y esto nos encanta a todas hasta que toca nuestros propios privilegios y los pone en evidencia.
Hoy podemos leer despacio la Pasión y quizá mejor más de una vez, para que frente a la mirada de un Jesús ajusticiado, condenado, torturado… quedemos completamente al descubierto y quedemonos ahí mucho rato, todo el tiempo que seamos capaces.
Oración
Sostennos, Trinidad Santa, en este camino junto al crucificado, para que con Él lleguemos a la resurrección. Amén.