ejemplo

La Cena del Señor. Ciclo A

“…Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.”

(Jn 13, 1-15)

Al comenzar el Triduo Pascual la liturgia nos abre a la densidad del amor entregado. Entramos de golpe en el corazón de la Última Cena de Jesús.

Lo que sucede en esta Cena es exactamente lo mismo que se irá desarrollando a lo largo de estos días Santos: la entrega absoluta de Jesús por amor.

Hay tres gestos que manifiestan esta entrega: las palabras de Jesús sobre el pan y el vino (“Esto es mi cuerpo…” “Esta es mi sangre…”). El lavatorio de los pies y la muerte en cruz. Los tres gestos expresan la entrega absoluta de Jesús.

El Jueves Santo nos invita a fijarnos en el lavatorio de los pies. Lavar los pies era algo que hacían o los esclavos o las mujeres. Era una de esas realidades que no nos parecen dignas para todas las personas y las reservamos para quienes menos dignidad tienen a nuestros ojos.

Hay muchos trabajos cotidianos, importantes y necesarios, que son tenidos como despreciables. Lavar los pies era uno de ellos y Jesús elige ese trabajo, de la misma manera que más tarde asumirá la muerte en una cruz (una tortura reservada a los más despreciables de la sociedad).

Jesús en su vida opta por el último lugar y lo ocupa. Se pone él el último para que nadie tenga que ocupar ese lugar. Para generar un movimiento casi imperceptible pero imparable de dignificación humana.

Hace el servicio más humilde y hasta humillante: lavar los pies, la marca indeleble de su amor entregado. Un ejemplo concreto de vivir a su estilo.

Después de Jesús cualquier gesto de servicio por oculto y pequeño que sea y quizá cuanto más oculto y pequeño sea, lleva consigo la más alta dignidad humana.

Pero en ocasiones sucede que los gestos se desvirtúan y dejan de ser elocuentes y transformadores. Y quizá algo de esto le puede haber ocurrido al lavatorio de pies. Cada Jueves Santo en la mayoría de las Iglesias los sacerdotes lavan los pies a un pequeño grupo de personas, normalmente escogidas. Así un gesto espontaneo y de profunda humildad se puede acabar convirtiendo en todo lo opuesto: en una especie de privilegio para unas pocas personas. Se pierde la fuerza transformadora y queda un rito vacio.

Este año no podremos reunirnos en las iglesias, tendremos que celebrar nuestra fe de otra manera. Nuestra realidad presente nos puede ayudar a reflexionar, a cuestionarnos: ¿qué significa para mi el gesto de lavar los pies?

Oración

Que tu ejemplo, Jesús, nos arrastre por el camino del servicio. Que las personas que nos llamamos cristianas seamos un referente de servicio y no de poder. Amén.

Domingo de Ramos

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