buscar suesa

Buscar, buscar, y encontrar, encontrar

Me pregunto qué es eso de buscar.  El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que buscar es «hacer lo necesario para encontrar o hallar a una persona o una cosa».   Es muy interesante ese «hacer lo necesario», parece que está recordándonos que buscar implica poner toda nuestra atención en hallar, procurar ser lo más eficientes posible para encontrar a esa persona o esa cosa que buscamos.

Buscamos cuando pensamos que hemos perdido algo, o que se nos ha despistado. No sé cuántas veces he buscado las llaves, ¡o las gafas!, menudo lío para las personas miopes buscar las gafas y no ver tres en burro, palpando todos los muebles de la habitación para averiguar dónde están.

Con Dios nos pasa algo similar. Queremos buscarlo, incluso «hacemos lo necesario para encontrarlo o hallarlo».

Pero no.

Quizás quienes nos apellidamos cristian@s n tenemos que ser los eternos buscadores y buscadoras de Dios. A mí eso me genera mucha presión, cansancio incluso. Además, me parece poco optimista. Hemos de confiar más en neustras capacidades, nada de buscar a Dios, ¡directamente lo encontramos!  Esta sí es una actitud positiva, eso sí que es salir a ganar, con motivación absoluta.

L@s cristian@s somos «encontradoras y encontradores» de Dios. Sobre todo si partimos de que Dios está ya en cada una de nosotras, en cada criatura, que somos espacio habitado por la divinidad.

No podemos permitirnos, o no debemos permitirnos, la tibieza de buscar (con tibieza me refiero a la duda de encontrar), hemos de motivarnos y ayudarnos a encontrar, a salir triunfantes, porque no es complicado, porque estamos hechas para encontrar aquello que buscamos, no para no hallar aquello que anhelamos.

El deseo nos empuja con fuerza a encontrar, como la mujer que barría la casa para hallar su moneda.

Sí, somos «halladoras y halladores de interioridad, de Dios».

¿O no?