
31 Mar Un milagro de la primavera
Parece que la primavera está cogiendo la puerta y deslizándose lentamente hacia otros lugares.
Desde las ventanas del monasterio podemos ver las montañas nevadas (no muy nevadas, solo un poco). Es la segunda vez en varios meses que las vemos. El invierno ha sido muy suave, muy primaveral, y ahora parece que la primavera se nos está disfrazando de la estación anterior. Ahora. Justo cuando necesitamos más calor, porque dicen que el calor frena algo al covid-19, porque dicen que el calor y el sol parece que alegran un poco el alma.
Estos días de «duelos y quebrantos» (de los de verdad, los que duelen, nada que ver con la contundente receta quijotesca) vamos haciendo marcas en la pared, contando los días que pasamos, no porque pensemos que este tiempo es de prisión sino porque es una buena manera de no olvidar lo que estamos viviendo, de recordar, cuando todo pase, que hubo un punto de inflexión en nuestras vidas que nos narraba cómo exisistir mirando más hacia dentro.
El dolor, la incertidumbre, se cuelan en nuestro monasterio a través de las redes. Las redes de la teconología nos traen voces y noticias de amigas/os y familiares enfermos, de personas fallecidas, de temores ante un futuro tan cercano que es casi presente.
Las redes del corazón nos «aprojiman» a esas mismas situaciones, y a otras muchas, más lejanas, esas que germinan en lugares ya castigados por virus más visibles, más tangibles, como la falta de alimento, de agua, de higiene o educación, de paz, de libertad,…
Nuestra capilla está llena de palabras y de gritos, y de gestos de esperanza, de aprendizajes, de descubrimientos, de tu rostro alegre y confiado, de tu generosa entrega,… de todo lo bueno que está naciendo.
Al corazón llega aquel bello y esperanzador poema escrito por el alma enamorada de A. Machado.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
[…]
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.