Suesa

Se acercan los días de Suesa.

A finales de Mayo, en un grupo de whatsapp con mis amigos, lanzo las propuestas de fechas para este año. Este verano será mi duodécimo “Suesa”.

El verano de 2006 necesitaba pararme y reencontrar mi interior. Encontré mucho más. Encontré una comunidad de monjas  muy viva, en búsqueda, abierta al mundo y a los huéspedes, diferente a lo que ya conocía; una comunidad de mujeres reales, naturales, cercanas, sonrientes, felices,  que me acariciaron el alma. Encontré una forma de rezar comunitariamente con la danza, que hacía aflorar al niño que tengo dentro. Encontré una hospedería acogedora y sencilla, en un bello entorno que invita a estar, a ser y a sentir. Todo eso me ayudó a reencontrarme con el silencio, con la oración comunitaria, con Dios, con definir un proyecto para vivir, como realmente quiero. Desde mis primeros días en Suesa, viví de otra manera. En las vísperas de mi última noche, compartimos en la oración la paz que Dios nos regala. El gesto que elegí fue ser testigo de esa paz que en Suesa se respira.

Algo de esa paz que me llevé se tuvo que notar, pues el verano siguiente mi amigo Santy me acompañó. Hace 5 años se unió a nosotros el Hermano Julio, quien nos inició en el silencio y en los retiros durante nuestra época universitaria. Hace 2 veranos nos acompañó Óscar y este verano que viene también David, iremos los 5 en dos turnos, pues en agosto hay mucha demanda de paz.

En estos 13 años he visto crecer a la comunidad “en sabiduría, en estatura y gracia”, he visto terminar las obras, cambios en la iglesia, abrir la hospedería del silencio, abrir la capilla de oración personal (con una bellísima  vidriera).

¿Qué me encontraré este verano? El pasado caminé hacia Santiago y no fui a Suesa. Lo que me encuentro siempre, cada año, es la esencia de Suesa: una comunidad con los brazos abiertos, que cuidan de un lugar para que podamos parar, rezar, contemplar, sentir, compartir, crecer. Un lugar entre el monte y el mar, bañado de paz, de amor y oración, de sencillez y belleza, de encuentro y silencio. Gracias hermanas por ser, por estar, por vivir así, por acoger, por cuidar, por vuestra oración y vuestro testimonio.

¡Gracias a ti, Toño!  😉

 

 

 

 

 

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