
20 Mar Las cartas perfumadas y otros olores…
Querida amiga, ¿cómo sigues?, ¿cómo te fue en ese viaje relámpago que hiciste al pueblo? A veces se nos llena la cabeza y el corazón de recuerdos, de sensaciones y casi no sabemos ni de dónde nace eso tan repentinamente.
Esto me recuerda a la conversacion que vamos teniendo, yo a través de este medio y tú, siempre tan romántica, con tus respuestas en papel… perfumado.
Perfumado, sí, y sé que lo haces adrede, porque eres consciente de que el sentido del olfato es el sentido más evocador, con mayor capacidad para transportarnos a lugares muy recónditos de nuestra mente y de nuestra alma.
Si cierro los ojos no me cuesta apenas nada recordar viejos olores de mi niñez: unas manzanas asadas en casa de mi abuela, la capilla del colegio, el perfume mezclado con el tabaco de una profesora, la humedad de una casa vieja, un pajar en septiembre, el mar de julio,…
Y si rememoro olores actuales me viene el de la hierba segada, el del café recién hecho antes del amanecer, o el del incienso.
Nuestra vida está llena de olores que sostienen experiencias.
Me pregunto, ¿cómo huele tu experiencia de Dios en esta cuaresma? Porque… si hemos quedado que los sentidos son la puerta de la interioridad, a algo olerá tu vivencia de Dios en este tiempo tan particular.
La Biblia nos invita a que nuestra cuaresma huela a perfume, que huela a alegría y a fiesta, a compromiso interior radical y a expresión exterior vitalista:
Cuando ayunes, no pongas cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Te aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.
(Mt 6,16-18)
Quienes nos llamamos seguidoras y seguidores de Cristo tendríamos que comenzar la cuaresma regalándonos un pequeño frasquito de colonia. Lo de la ceniza es un símbolo con gran tradición y fuerza que no podemos perder, pero… y si nos obsequiáramos con un poquito de perfume. Vale, no al comenzar la curesma pero… ¿y a mita de ella?, como para darnos ánimos, para recordarnos que la conversión no es sino perfumar nuestra vida interior, hacerla más bella, volver al aroma de la primera creación.
Bueno, ya me despido, espero tu respuesta con veradera curiosidad. ¡Ni se te ocurra ahogar la carta en colonia!, sigue con tu discreción.
Te envío un perfumado abrazo y te deseo una aromática cuaresma 😉