Claudia

Su nombre es Claudia

Podemos empezar esta entrada con un micro cuento:

Erase una vez una niña que solo vivía en el presente. Para ella no existía el futuro ni el pasado… por eso mucha gente era incapaz de encontrarse con ella. Tenían una discapacidad.

La semana pasada hemos conocido a Claudia. Tan solo tiene seis años y su vida ha supuesto un interrogante para los demás. ¿Quién es Claudia? Nació con muchos problemas de salud, el hecho de respirar era una batalla en la que aún está inmersa. Aún hoy no se sabe definir muy bien cuál es su enfermedad o el síndrome que padece.

Su padre le alimenta a través de un agujero en la tripa, necesita utilizar un respirador, aunque el mes pasado consiguió estar veinte días sin él. Claudia no puede oír, ni hablar. Aún va en silla de ruedas porque no ha podido aprender a caminar… demasiado tiempo en cuidados intensivos, demasiado tiempo en la cama ocupada en vivir.

No sabemos cuánto tiempo vivirá. Su vida es un presente cada día. No en vano su padre es un experto en lo que se llama resucitación cardiopulmonar, decenas de veces ha tenido que practicarlo con su propia hija.

Ante la gran Claudia caben dos posiciones. La cerebral, la analítica y calculadora que evidentemente comienza por un ¿por qué? Y detrás de esa pregunta, ante la impotencia de comprender, la distancia, la frialdad, la incapacidad para relacionarse con ella.

La otra es la que no pregunta, la que observa, la que está aquí y ahora, y se acerca a ella como si se tratase de tierra sagrada, del Misterio de la vida, la que abre al más allá. Y entonces se produce el milagro. Claudia se comunica por el tacto, sabe acariciar, y acaricia muy bien, muy suavemente. Y sabe agradecer…

 

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