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Cristianismo perseguido

Nos dice la gente entendida que el cristianismo sigue siendo la religión más perseguida del mundo. Y ninguna religión debería sufrir persecución alguna.
Sí, claro que hemos hecho mal algunas cosas en el cristianismo pero, ¿todas?, ¿por qué entonces tanto rechazo en nuestra sociedad, y en otras?
¿Qué molesta de nuestra fe? No de quienes creen, sino de la creencia en sí. ¿Qué es lo que fastidia tanto?
Reflexionemos sobre nuestra coherencia quienes nos decimos cristian@s.
Reflexionen también sobre la suya quienes nos desprecian de maneras más o menos violentas, más o menos públicas.

Del 17 al 23 de octubre en la Orden Trinitaria celebramos la Semana de Oración por los Cristianos Perseguidos; rezamos de manera más consciente por nuestras hermanas y hermanos perseguidos por no renunciar al nombre de Jesús.

Ellos son la vanguardia de nuestra fe y, de alguna manera, ponen de manifiesto nuestra incoherencia, nuestra tibieza.

El SIT (Solidaridad Internacional Trinitaria), organismo que depende de la Familia Trinitaria, se dedica a dar a conocer esta realidad y a intentar mitigarla.

Cada 5 minutos una persona cristiana sufre algún tipo de persecución, vejación, etc.

Son muchos los lugares donde nuestros hermanos  y hermanas son asesinados (muchos crucificados), expulsados de sus trabajos, viviendas, tierras.

Son muchos los lugares donde sufren violaciones, donde se les niega el acceso a la educación, a tener cobertura sanitaria: Siria, Afganistán, Arabia Saudí, India, Nigeria, Somalia, Sudán, Corea del Norte,… y tantos otros.

Orar por ellos, claro que sí, es lo que nos piden, no tenemos excusa para no poder dedicar un par de minutos al día y colocar nuestro corazón al lado del suyo.

Colaborar económicamente, con el SIT, por ejemplo, para reconstruir los hogares de estas personas, o las escuelas de los críos que están en la calle, a merced de grupos radicales.

Podemos ser más coherentes con nuestra fe, no avergonzarnos de llamarnos cristianos, ser fieles al evangelio, trabajar por una Iglesia más limpia, más unida, más humilde, más entregada.

Como dice el salmista: «que por mi causa no queden defraudados quienes esperan en ti».