
28 Ago Silencio en la hospedería
Silencio.
Me gustaría compartir con ustedes, hermanas, la reflexión que he realizado tras finalizar unos días de retiro en la hospedería.
silencio silencio “Vivir según el espíritu exige siempre el noviciado de la soledad”, afirmó el sacerdote y pensador francés Maurice Nédoncelle. Y el del silencio, apostillo, que es lo que encontré este año al acercarme al monasterio de trinitarias y, particularmente, al entrar en el comedor.
silencio silencio Seguramente, el silencio de las comidas no tiene virtud en sí mismo. A mí me ha resultado cómodo el no tener que andar presentándome ni contando la razón de mis andanzas. En realidad, tampoco hemos vivido un verdadero silencio, puesto que ambientábamos las sobremesas con música, ¿quién no recuerda el primer tema del concierto para violín de Jesús de Monasterio, con el que comenzábamos las comidas y cenas?
silenciosilencio Entonces, ¿de qué trata esto de comer en silencio? Es un medio pedagógico. Pedagogía para suprimir la ilusión, para escapar de una comunidad que nos hace esclavos del diálogo, de juegos e intenciones sociales. Algo sucede cuando uno está solo delante de sí mismo. Ello explica que una norma aparentemente negativa (quedarse en silencio frente a otra persona) pueda ayudar a entrar en contacto con algo distinto.
silenciosilencio “Un silencio abrupto en medio de una conversación nos hace volver de repente a lo esencial: nos revela el precio que hemos de pagar por la invención de la palabra”, escribe Cioran. Radical, como siempre.
silenciosilencio En realidad, una vez acabada la comida (y esto no lo sabía la Hermana hospedera), todos deseábamos comunicarnos. Salían voluntarios para fregar, voluntarios para secar los cubiertos, para sacarles brillo, para colocarlos meticulosamente en los cajones. Polaridad, entonces. Junto al silencio, la risa; tras la quietud, el ejercicio; frente a la soledad, la relación.
Un tipo distinto, por qué no decirlo, de comunicación.
Adiós
Agur
Imanol