huerta suesa

Ecomonasterio

Ecomonasterio.

Hoy hace dos años que se publicó la encíclica del Papa Francisco «Laudato Si», sobre el cuidado de la Casa Común.

Hace unos meses reflexionábamos con otras comunidades de monjas de diferentes órdenes y países sobre la ecología en la vida monástica. Queríamos recoger los desafíos que como creyentes se nos plantean de cara a la ecología y mucho más. En los diálogos nos percatábamos cómo en los últimos cincuenta años hemos ido perdiendo lo que antes era natural y espontáneo, el cuidado y contacto con la naturaleza, la reutilización de las cosas, la vida sin producir residuos ni emisiones de dióxido de carbono… Todo formaba parte del ciclo de la vida.

Ahora no encontramos en la necesidad de volver, o recuperar, aquella forma de vida más saludable para el entorno. Si antes éramos ecológicas por necesidad, ahora queremos caminar hacia la ecología por opción, y también por necesidad, o, siendo más incisiva, por supervivencia.

En la comunidad llevamos años inmersas en el lento camino de la conversión ecológica, y en una cada vez mayor conciencia de pertenecer a la Comunión Universal de la que habla el obispo de Roma.

Es cierto que la vida que hemos elegido, en su sencillez, en su simplicidad, nos hace estar de forma más habitual en la línea de salida. De alguna manera hemos optado por el decrecimiento, ese movimiento social que apuesta por no acumular para permitir que otros también crezcan y así equilibrar el bienestar humano siquiera en cuanto a las necesidades más básicas como comida y agua.

En realidad el ecomonasterio al que aspiramos, en el que ya vivimos incipientemente, podemos compararlo con una ecoaldea, donde se aprecian y se cuidan los productos cultivados en el propio terreno de una forma respetuosa con el medio ambiente. Es como una onda expansiva hacia lo que consumes, compras, gastas… 

Nos queda un largo camino, a contracorriente, aunque cada vez nos encontramos con más gente que va en el mismo sentido, que opta por salirse de lo cómodo, rápido y fácil optando por lo ecológico, justo y solidario.

Nuestro campo de interés es amplio: cómo obtener energía de forma no contaminante, energías renovables, dónde comprar ropa o calzado de forma no esclavizante para otros de cerca o de lejos, aparatos electrónicos ecológicos que no fomenten las muertes en el Congo, el uso de plaguicidas ecológicos, por ejemplo….

Por ahora hemos llegado ya al café y tés de comercio justo, productos de limpieza ecológicos, cuidado y conservación de semillas no transgénicas…, pero el camino es largo y dificultoso.

Si conoces propuestas concretas que pudiéramos valorar, escríbenos, quizás podamos dar nuevos pasos.

 

Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza. (Laudato Si, N244)