Querida CRT (2)

¡Hola CRT!

¿Ya te has preparado para las cartas? Pues comencemos con la primera parte de la celebración, dedicada a la Luz.

Sigo con la idea de nacer de nuevo. Otra manera de referirse al hecho de nacer es “dar a luz”. ¿Has pensado alguna vez la relación de tu propia existencia con la luz? Si estás aquí es porque alguien, en un día que recuerdas todos los años, te dio a luz. Podríamos decirlo en otras palabas, alguien te entregó a la luz. Desde los orígenes del cristianismo descubrimos la conciencia de ser hijos de la luz. ¿Sabes cuales son las primeras palabras que el libro del Génesis pone en boca de Dios? ¿Te acuerdas?

“Hágase la luz”.

La luz no se puede retener, ella, silenciosa, se expande e ilumina a todos, sin compartimentos, se cuela por las rendijas y con su poder disuelve la oscuridad. En la celebración lo primero que hacemos es recibir la Luz, y lo pongo en mayúsculas porque me estoy refiriendo a la Luz de Cristo, Jesús resucitado, vivo y presente, camino hacia el Padre. Lo importante no es la vela, sino la luz que lleva la vela. Si se hiciese un mapa de luces a escala mundial en esta noche, se apreciarían las pequeñas luces de cada celebración cristiana que se está desarrollando en esta noche por todo el mundo. Se encenderán miles de cirios, grandes o pequeños, delgados o gordos, da igual, todos y cada uno de ellos dará una única luz. Esta noche el mundo se ilumina con la Luz de Cristo, y estaremos ahí para ser testigos ¡qué bonito!

Es más, será una luz que se entrega, y se reparte, se expande y se comparte. Esto nos hace profundamente iguales y nos introduce en la Comunión de Dios. Esta noche elegimos la luz, la que humilde y silenciosamente rompe las tinieblas. ¿Te dejarás iluminar? ¿Permitirás que tus tinieblas se disipen con la Luz o estás demasiado aferrada a ellas?

Hablar de la Luz puede dejarnos en un espacio etéreo, impersonal, casi teórico, sin bajar al corazón. Por eso insisto, lo que recibimos es la Luz de la Pascua, Cristo Vivo, Presente, Resucitado. Cuando los cristianos hablamos de la Luz, nos referimos a Cristo:

 

“Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”(Jn. 8, 12)

 

Reconozco que es difícil vivir la Vigilia si en algún momento de tu vida no has despertado a la realidad de sentirte hija, hija de Dios; si no has pasado por el pequeño gran tsunami que supone descubrir que Jesús vive, aquí, ahora.

Te dejo un rato hasta la siguiente carta, un tiempo que puedes saborear sintiendo la luz que en este mismo momento te ilumina, y saboreando el hilo de luz que es Cristo en tu vida. Evidentemente en los momentos en los que sientas más oscuridad, más deslealtad, más tiniebla, más desconfianza, más bloqueo, más ceguera, son los momentos más fáciles  para redescubrir las rendijas por donde se está colando la Luz. Siempre las hay.

Un abrazo en la Luz que nos envuelve,