
27 Mar PASOS DEL CAMINO DE LA LUZ
BÚSCALO ENTRE LOS VIVOS
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
—«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. (Jn 20,1-9)
El Jesús que se muestra es el de antes pero también es otro. Por ello al principio no le reconocen, y cuando lo hacen, se les escapa, se desvanece, no sea que tuviéramos la tentación de construir monumentos allí donde se ha manifestado, en lugar de entender que se trata de un nuevo estado de existencia en el que se nos invita adentrarnos.
Se nos invita a resucitar con Jesús, a ser uno con Él
LA MIRADA DE JESÚS RESUCITADO
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén y conversaban sobre todo lo que había pasado
“Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: “Quédate con nosotros porque atardece y el día ya ha declinado”. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro:”¿ No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc. 24,28-32)
Jesús durante su vida tiene muchas miradas, miradas de perdón, de acogida, de enfado, de dolor.
Los discípulos no reconocen a Jesús, su aspecto no era el mismo . Ellos no podían ver a Jesús porque tenían una imagen preconcebida de Él
Se les abrieron los ojos a través del gesto de Jesús al partir y repartir el pan. Los discípulos se dieron cuenta que su corazón ardía, que los ojos que reconocieron a Jesús no fueron los físicos, sino con los ojos del corazón, desde donde se ve distinto.,
La mirada resucitada es la que descubre la dimensión sagrada en todo lo que mira
Es descubrir que toda imagen es el Rostro de Dios., por quien fue hecho todo lo que existe , y del que toda forma toma su forma, Cristo Jesús. El mirar resucitado es el que no es posesivo, sino oblativo, de donación, el que mira y el mirado se hacen uno .La mirada de Jesús Resucitado nos enseña:
- A no juzgar
- Aser transparentes
- A donarnos
- A acoger al otr@ como es
- En definitiva, a descubrir a Dios en todo y en todos
LA ESCUCHA DEL RESUCITADO
«Los discípulos regresaron a casa. María , en cambio se quedó allí junto al sepulcro, llorando..Sin dejar de llorar , volvió a asomarse al sepulcro. Entonces vió dos ángeles, vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron , -¿mujer por qué lloras?, porque se han llevado a mi Señor y no sé donde lo han puesto. Dicho esto, se volvió hacía atrás y entonces vio a Jesús, que estaba allí pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: ¿ por qué lloras, a quién estás buscando? Ella creyendo que era el jardinero, le contestó: Señor, si te lo has llevado tú, dime donde lo has puesto y yo misma iré a recogerlo. Entonces Jesús le llamó por su nombre: ¡MARÍA! Ella se acercó a Él y exclamó en arameo: Rabbonni, que quiere decir maestro. (Jn 20,10-16)
Jesús en su vida mortal aprendió a escuchar en silencio a su Padre, pero gracias a su estar en silencio, aprendió a pacificar sus ruidos internos.
Cristo resucitado es el gran oyente, el que escucha más allá de la palabra no dicha, el que da tal calidad a su escucha que aquellos que hablan con él recuperan el valor de sus palabras.
Cristo resucitado es el gran oyente , que acoge nuestras palabras dispersas, superficiales y las va llenando de profundidad.
Cristo resucitado es transfigurado porque se convierte en la Palabra viva, nutrida en el Silencio con su Padre.
La escucha resucitada es:
Atenta, te hace sentirte querida, siempre sientes que eres escuchad@ receptiv@, amable , cariñosa, te devuelve el eco del Amor del Padre.
El Cristo resucitado pronuncia tu nombre y te hace sentirte herman@ ,hij@, amig@
EL TACTO DEL RESUCITADO
«Estaban hablando de ello, cuando se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
-La paz esté con vosotros.
Espantados y temblando de miedo, pensaban ver un fantasma. Pero Él les dijo:
-¿Por qué estáis turbados?,¿por qué se os ocurren esas dudas? Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo. Tocad y ved, que un fantasma no tiene carne y hueso, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y, como no acababan de creer, de puro gozo y asombro, les dijo:
-¿Tenéis algo de comer?
Le ofrecieron un trozo de pescado asado. Lo tomó y lo comió en su presencia».
(Lucas 24, 36-43).
El contacto con el resucitado nos enseña a “tocar” como Él lo hizo.
Nos decubre una transfiguración en la tangibilidad, la abre a su dimensión transcendente, aquella que tuvieron también que descubrir sus discípulos al tocar sus manos y pies.
La resurrección nos descubre que nuestro tacto no es para retener, sino para ayudar a otros a ser libres. El tacto resucitado es aquél que es donación, entrega, es el que no retiene sino que ayuda a otros a quitar las cadenas que los atan.
No es no tocar, sino que a través de ese mismo acto, se transfigure el acto en sí y transcendamos nuestro deseo para que se convierta en ofrenda.
El tacto resucitado nos posibilita relacionarnos y comunicarnos
EL OLOR DE JESÚS RESUCITADO
El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Hallaron removida la piedra del sepulcro y, entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y llenas de miedo, hicieron una profunda reverencia. Ellos les dijeron:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vi ve? No está aquí, sino que ha resucitado.(Lc 24,1-5)
El Cristo resucitado huele a vida nueva, a oportunidad de renacer, no necesitamos los aromas de la sepultura, porque la resurrección tiene olor propio.
El olfato está asociado a la emanación del olor de las personas o cosas, pero el sepulcro no huele a muerte, huele a vida.
El olfato es cercano al discernimiento, Jesús emanaba el olor a nueva vida, Jesús olía al Padre.
El olfato permite discernir de que están habitadas las personas, y Jesús estaba habitado por el espíritu, estaba lleno, colmad de la Presencia del Padre.
“El padre y yo somos uno” Jn 10,30
“Te pido que todos sean uno, Padre, lo mismo que Tú estás en mi y yo en Ti, que también ellos estén unidos a nosotros, de este modo el mundo podrá creer que Tú me has entregado” Jn 17,21
EL SABOR DEL RESUCITADO
«Después se apareció de nuevo Jesús a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se apareció así: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Mellizo), Natanael de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos. Les dice Simón Pedro: -Voy a pescar . Le respondieron: -Vamos contigo. Salieron, pues, y montaron en la barca; pero aquella noche no pescaron nada. Ya de mañana estaba Jesús en la playa; pero los discípulos no reconocieron que era Jesús. Les dice Jesús: -Muchachos, ¿Tenéis algo de comer? Contestaron: -No. Les dijo: -Echad la red a la, derecha de la barca y encontraréis. La echaron y no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo predilecto de Jesús dice a Pedro: -Es el Señor» (Juan 21, 1-6)
El gusto discierne la exterioridad que se adentra. Del sabor viene el saber, la sabiduría. Jesús gusta al Padre, se llena del sabor y de la sabiduría de su Padre y todas sus palabras están llenas de esa sabiduría que impregna las vidas de quienes se relacionan con Él con la autenticidad ,sabiduría , profundidad de quién está viviendo ya en el Padre.
Jesús ya vive en el Padre y sabe al Padre
Dice el maestro Eckart “Quién tiene a Dios en la lengua encuentra en todas las cosas el gusto de Dios”
En la Eucaristía tenemos un mínimo de sabor para un máximos de Presencia. El cuerpo de Cristo no es devorado, sino que se va deshaciendo lentamente al incorporarse en mi y haciéndome ser en Él.
El resucitado nos invita a saborear la vida con la Presencia saboreada del Padre en nosotras.