
17 Jul Hasta tocar la luz
El icono de la Orden trinitaria es circular, porque así, circular, como una alianza, es el amor que Dios siente por ti, sin principio ni fin. Pero este círculo esconde una cruz con los dos trazos iguales: el amor de Dios se descubre a través de la cruz que redime.
Esta cruz enmarca al Cristo que te sostiene, que te sostiene a ti. Dos caras de la misma moneda, dos alas de una sola vida: tus tiempos de luz y tus tiempos de oscuridad. El camino hacia Él no suele ser en línea recta, las curvas, los rodeos, te enseñan a amar tu pequeñez, tu vulnerabilidad, y, a partir de ella, saltar, saltar, hasta tocar la Luz. Con ella creces, maduras, Jesús está pendiente de tu realidad, sosteniéndote, invitándote y no dejándote nunca sola, solo.
Tu vida está hecha de luz y de sombra, es la limitación de la condición humana. Pero… Él lo sabe, por eso extiende sus brazos y te acoge y re-coge.
Estás hecha para alabar, para descubrir la belleza de la vida, la intensidad de la existencia. Eres heredera de la Luz, no de las tinieblas.
Luz, oscuridad.
Una mano que se abandona en la mano de Cristo y otra que se rebela…
Tú escoges…
Soledad u oración.
Muerte o vida.
Claridad o tinieblas.
Culpa o libertad.
amor o Amor.
Tristeza o fiesta.
Extraña o hija.
Inmediatez u horizonte abierto.
Aun con todo, recuerda: Jesús se entrega por ti.