Salmo 2

¿Qué podría decirte que no sepas ya?

¿Qué podría decir que no haya sido dicho ya?

Pero Tú te empeñas en oír mi voz

y vas haciendo nuevas todas mis palabras.

Si te hablo de amor, Tú eres el mismo Amor.

Si te hablo de la verdad, Tú eres la Verdad.

Si te hablo de la vida, Tú eres la Vida,

Tú conoces mi vida mejor que yo.

Conoces el momento exacto de su inicio,

has acompañado cada latir

y cada paso incierto,

y conoces cual es su misión

y cuando pasará de la vida a Tú Vida.

Tu respuesta es única

y siempre nueva: AMOR.

Me tomas entre tus manos

y me haces sentir segura,

cubres mis necesidades

y sanas con inmensa ternura

cada una de mis heridas.

Y nunca te encuentro ocupado,

siempre tienes tiempo para mí

y yo quisiera que mi tiempo

fuera todo tuyo.

Conoces mi vida y me conoces a mí,

sabes más Tú de mi amor

de lo que yo podré conocer jamás.

Sabes de mi Luz y de todas mis sombras,

nada en mi te es desconocido

y aun así siempre  me esperas

con la sonrisa del asombro.

Tu mirada nunca deja de irradiar

la ilusión del asombro

cuando con alegría

te muestro mis pequeñas maravillas.

Tu mirada nunca deja de irradiar

compasión y dolor

cuando llena de tristeza

te muestro mis miserias.
Nunca te aburres con mis discursos,

con paciencia escuchas mis quejas,

no me reprochas mis despistes

y jamás me echas en cara mis infidelidades.

Nunca te has ido cuando

llego tarde a nuestra cita.

Nunca tengo que esperar

a mañana cuando se pasó mi turno.

Nunca encuentro a nadie

en mi lugar si me ausento.

Siempre estás para mí,

incluso si olvido pedirte que vengas,

incluso si me escapo de tu presencia.

No me abandonas

y es que sabes mejor que yo misma cuánto te necesito.

Quizá por eso me dejas creer que ando lejos de ti estando cerca