El voluntariado  ofrece a un número pequeño de personas de entre 21 y 30 años la oportunidad de sumergirse en los ancestrales ritmos de la vida monástica del trabajo manual y la oración.

Nuestra «aula», nuestro «terreno de juego», o nuestra «oficina» son los terrenos del monasterio, el lugar donde uno se encuentra directamente con las leyes de la naturaleza, con la tierra, las plantas, los animales que mantienen, y ,a la vez, son mantenidos por la comunidad. Mediante el ritmo de la oración diaria acompasado con el ritmo de la creación,  y una intensa relación con la comunidad, el voluntario tiene la especial oportunidad de embarcarse en un proceso de crecimiento espiritual y transformación personal.

Alojamiento

Los participantes colaboran con su trabajo en la manutención y el alojamiento. Una hermana de la comunidad está disponible para acompañar estos días tanto a nivel práctico en las tareas como en acompañamiento espiritual si se desea. Los voluntarios reciben el alojamiento y la comida como intercambio a su trabajo.

La experiencia está abierta a chicos y chicas de 21 a 30 años, con capacidad de responder al trabajo y disponibles a seguir la orientación y los ritmos de la comunidad. La propuesta está abierta a jóvenes de cualquier país con un nivel de español oral medio-alto. El proceso de admisión requiere un diálogo previo entre la comunidad y la persona interesada, bien a través de correo electrónico, teléfono o entrevista personal, según sea el caso.

Ritmo diario:

Las mañanas están dedicadas al trabajo manual dependiendo de las necesidades de la comunidad: horticultura, iniciativas ecológicas, jardinería, carpintería, albañilería, mantenimiento de espacios y edificios,…

Las tardes son un tiempo privilegiado para el saboreo de diversos campos relacionados con la vida monástica: talleres de Biblia, espiritualidad, heartfulness, silenciamiento,  guiados por una hermana de la comunidad. También hay tiempo para la lectura, paseo, etc.

El tiempo mínimo para participar en esta propuesta es un mes, de forma que sea un espacio donde se pueda saborear la interioridad y el encuentro con uno mismo.  Las fechas concretas las propone el voluntario, puede comenzar en cualquier día del mes.

La experiencia busca ayudar al voluntario en su crecimiento  personal, espiritual, y afectivo, de tal modo que encuentre el camino para ser una persona más llena de paz y serenidad, reflexiva, más humana y solidaria.

«La experiencia vivida en Suesa me ha ayudado más de lo que sospechaba. Creo que ha transformado algo dentro de mí, no sé ponerle palabras… Ha sido un tiempo inolvidable de experiencias alternativas, diferentes a todo lo demás, no sé…»

C.C.B.

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