brecha suesa

Sábado XXI Tiempo Ordinario

“-Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. Su Señor le dijo: -Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor.”

(Mt 25, 14-30)

Esta parábola de los talentos nos advierte de que la espera del Reino no puede ser pasiva. Podemos caer en el error de quedarnos mirando los propios talentos. O, aún peor, comparar nuestros talentos con los de las demás. No se trata de tener más o menos capacidades, dones o títulos, de lo que habla la parábola es de una actitud de servicio.

El Reino se hace presente ya sea gracias a nosotras o a pesar de nosotras. Pero cuando colaboramos con aquello que somos, entonces, nosotras somos Reino.

La vida de Jesús estuvo marcada por el servicio y la entrega. Cuando cada una de nosotras optamos por el servicio y la entrega reflejamos el rostro de Cristo, nos convertimos en iconos del Hijo de Dios y, como dice la parábola, entramos en el banquete.

Cuando el trabajo por el Reino deja de ser nuestra prioridad, entonces nos volvemos “malvadas y perezosas”, nos guardamos para nosotras solas lo que hemos recibido y deformamos la imagen de Dios que somos.

Lo bueno de trabajar para el Reino es que no necesitas ninguna titulación especial. ¡Es más sencillo! Solo se trata de hacer lo que podemos hacer cada persona desde una actitud de servicio y entrega. Por eso es imposible perder los talentos, siempre que se arriesgan crecen.

Aunque, claro está, también encontramos resistencias. Los propios miedos nos hacen creer que no vale la pena, que es imposible o que es peligroso. En el camino de Jesús cada día hay que vencer los propios miedos. Optar por la confianza y agrandar el amor.

Oración

¡Pasa al banquete! Gracias, Trinidad Santa, por dejarnos colaborar contigo y además invitarnos a tu mesa. Amén.