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Sábado X Tiempo Ordinario

«Que vuestra palabra sea sí, sí; no, no.» (Mt 5)

Parece bastante sencillo, como una lección para niños en la escuela, que cuando digas sí, sea sí y cuando digas no sea no. Una lección de primaria. Sin embargo resulta difícil encontrar personas que den este valor a las palabras que pronuncian. Ni siquiera quien lo escucha lo recibe como una garantía. Realizamos muchas otras cosas para constatar que la palabra dada se cumplir.á. Nuestra firma ha de estar estampada en algún documento para acreditar lo que hemos afirmado verbalmente.

Amós Oz, el famoso escritor judío, escribió junto a su hija un libro muy interesante titulado «Los judíos y las palabras» . En él encontramos una visión que puede resultar novedosa para las personas de otra cultura. Para un judío la palabra no es mera repetición de vocablos. La palabra nombra la realidad, la hace presenta, contundente, firme. Uno de los preceptos de la ley dada a Moisés es no utilizar el nombre de Dios en vano. De hecho, para referirse a Él utilizan términos como «El Nombre», «El Creador, o «D-os», por no considerarse dignos de pronunciar, es decir, hacer presente, a Dios.

Quien quiere seguir sinceramente a Jesús conoce la importancia de la palabra, no solo de la Palabra.. Jesús nos enseña que la palabra que sale de nuestra boca tiene un valor inmenso, porque sale de lo más profundo de nosotras. Sale del corazón mismo de la persona, podemos decir que hace presente a la persona. Desde aquí su propuesta de no jurar en falso. Va en contra nuestra, nos quita consistencia, nos arranca la verdad que habita en cada una de nosotras. Estamos habitadas de Verdad, Bondad y Belleza.

Quizá resulte raro a nuestros oídos hablar de El Maligno, pero podemos entender perfectamente que la doblez, el engaño, la mentira, no nos deja en la paz del corazón, nos desordena, desarmoniza.

Jesús nos quieres limpias, sin pliegues, auténticas, conoces la verdad que nos habita, nos invitas a cuidar la Comunión. ayúdanos a no caer en la tentación del engaño, Amén