Rumor

Sábado de la Séptima Semana de Pascua

“Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: ‘Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?’”

(Jn 21, 20-25)

El seguimiento de Jesús está llamado a vivirse en comunidad porque nos necesitamos unas a otras para hacer camino. Pero el evangelio de hoy nos previene sobre el ansia dominadora y controladora que nos habita.

Nos gusta controlar, y si además tenemos responsabilidad sobre algo, nos sentimos legitimados a hacerlo. Pedro se cree“cabeza” del grupo y quiere saber lo que tiene que hacer el discípulo amado. Sin embargo, Jesús le dice que se preocupe de su propia fidelidad, de su propio seguimiento.

La comunidad está llamada a ser un espacio en el que cada persona pueda ser ella misma. Un lugar en que las relaciones son de acogida y de respeto, en que se crezca en libertad y diversidad. Muchas veces, pero, la novedad asusta y el miedo genera rumores.

Y con que facilidad de un rumor se hace ley. Nos blindamos y ya no queremos saber nada. La inmensa mayoría de las personas queremos que nos dejen ser como somos, que confíen en nosotras y nos acojan, pero después no tenemos estas actitudes con las demás. No estamos dispuestas a dejarnos romper los esquemas.

Como Pedro, también nosotras necesitamos que Jesús nos recuerde que no nos toca a nosotras organizarlo y saberlo todo, tener una palabra sobre cualquier cosa que pase a nuestro alrededor. Nuestra tarea es seguir a Jesús con nuestros dones, creatividad, servicio, para que él componga la comunidad que sueña y nos regala.

La mejor manera de ayudar a las demás es siendo fieles. En la fidelidad damos testimonio del amor de Dios, de su bondad y compañía. Lo de tratar de salvar a las demás es tentación.

Ojalá que el rumor que hagamos correr sea el de que es posible confiar y amar; que nuestras relaciones sean un rumor de vida nueva.

Oración

Ponemos en tus manos, Trinidad Santa, nuestras ansias de controlar y dirigir. Conviértelas Tú en aceptación y respeto. Amén.

 

 

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