Enemigos

Sábado de la Primera Semana de Cuaresma

 “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.”

(Mt 5, 43-54)

La Biblia nos dice que hemos de amar. ¿Puede ser un mandato el amor? ¿Se puede mandar a alguien que ame? El comienzo del texto es ya en sí mismo sorprendente.

Pero Jesús va más allá, mucho más allá. No se queda en el amor a las personas cercanas, con las que sentimos amistad y empatía. Se refiere a las que están lejos de ti, con las que no sientes empatía, es más, las que te hacen daño e incluso van en tu contra. Va más allá porque nos quiere acercar al amor de Dios, que es amplio, no parcelado, integral y sin límites.

El amor a los enemigos es una de las opciones más transformadoras que puede vivir el ser humano… Es la elección más libre que una persona puede tomar.

¡Cuántas veces nos sentimos aplastadas por el peso de la rabia, la ira, la impotencia ante una persona que sentimos enemiga! Jesús nos propone un camino realmente nuevo. Nada de victimismo, de venganzas, de huidas. Ahí está la transformación. Desde ahí seremos más conscientes de que nuestra vida se sustenta en el amor y no en el odio.

Elegir perdonar, elegir amar como opción de vida porque es lo que hace nuestro Padre, porque es la ley universal sobre la que están creadas todas las cosas, todas las relaciones. Porque nos devuelve la semejanza con Dios, aquella que perdemos cuando nos dejamos llevar por el odio. Como dice un himno de la liturgia de las horas: «Solo desde el amor la libertad germina». El amor a los enemigos es cuestión de dignidad, es cuestión de libertad.

Oración

Trinidad Santa, Tú nos creas para el amor, para la vida en abundancia, a tu imagen y semejanza. Danos la valentía y el coraje para elegir la libertad del amor a todas las personas, a las que nos tratan bien y a las que nos hacen daño. Amén.

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