Fariseos

Sábado después de Ceniza

“Los fariseos y los letrados dijeron a sus discípulos, criticándolo: -¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?”

Lc 5, 27-32

Este texto que nos ofrece la Biblia está lleno de matices que pueden ayudarnos a conocer el corazón de Dios. Por eso es interesante escucharlo de nuevo y de nuevas, sin encasillar a los personajes en lo que “siempre” se dice de ellos. De esta forma tal vez podamos acercarnos a los fariseos de una forma más amigable, sin clasificarlos como “los malos de la película”.

Están interesados en ser fieles a Dios, en responder con sus vidas de forma comprometida lo que Dios espera del pueblo. Creen que su manera de actuar es la adecuada, la correcta, la buena. ¿Y quién no actúa pensando que lo que hace es lo correcto, lo que lleva al camino de la plenitud?

Les desconcierta que Jesús, el profeta que hace milagros y predica la cercanía del Eterno, está reuniéndose con gente que no sigue las normas, que no se preocupa por Dios. ¿Y qué hacen ellos, y hacemos todos cuando algo nos desconcierta? Buscan una explicación. Parece que no se atreven, o no quieren, hablar directamente con Jesús. Esto, honestamente, también nos puede resultar familiar. No les interesa conocer las razones de su manera de actuar, sino que la juzgan, y condenan, sin abrirse a lo desconcertante. Van por detrás, murmuran entre ellos, y preguntan a los discípulos.

Pero no son los discípulos los que responden, sino que el mismo Jesús, que escucha sus inquietudes, toma la palabra abiertamente, directamente, con calma. Y muestra en su respuesta la manera de mirar a los demás. Equipara el pecado con una enfermedad, algo externo que ataca a la persona y que tiene remedio. Su mirada no es dualista, buenos o malos, sino trinitaria, acogedora. Podríamos decir “comunionadora”, esto es, una mirada que provoca comunión, encuentro, salud, comunidad.

Oración

Danos, Trinidad Santa, una mirada como la tuya, circular, y aleja de nosotras la tentación de juzgar a los demás, o a nosotras mismas, como buenas o malas, sino más bien como criaturas necesitadas de Tu Amor.

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