
11 Feb Domingo VI del Tiempo Ordinario. Ciclo A
“Os aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos,
no entraréis en el Reino de los cielos”.
Jesús, que a los ojos de los letrados y fariseos es un trasgresor de la ley, aparece aquí diciendo que no ha venido a abolir la Ley sino a llevarla hasta sus últimas consecuencias.
Las leyes, ya sean religiosas, civiles o de tráfico están puestas como base de un mínimo acuerdo. Tratan de delimitar y salvaguardar los derechos de las personas, de todas las personas. Derechos que se entrecruzan y relacionan con otros derechos, con deberes y obligaciones. En esa complicada trama la ley trata de guiar y dar algo de luz.
Pero como toda trama es tremendamente complicada, llena de recovecos, nudos y discontinuidades. Por eso, seguir la ley al pie de la letra no garantiza un comportamiento justo, ni siquiera bueno.
Jesús nos advierte: “si no sois mejores que los letrados y fariseos no entraréis en el Reino de los cielos.”
Después de más de 2000 años de historia identificamos a estos personajes como los “malos de la película”. Los letrados y fariseos son los que se opusieron a Jesús, quienes le condenaron y obligaron a las autoridades romanas a crucificarlo.
Visto así, es sencillo ser mejor que los letrados y fariseos, pero si nos ponemos en la piel de las primeras comunidades cristianas o de las primeras personas que se acercaron a Jesús, esas gentes sencillas de Galilea provenientes del judaísmo, ser mejores que los letrados y fariseos era prácticamente imposible. Ellos eran los oficialmente buenos, los santos, los irreprochables.
Los mismos letrados y fariseos se creían buenos, fieles cumplidores y custodios de las tradiciones y de la Santa Ley. Se sentían cercanos a Dios y seguros en el cumplimiento de sus leyes y preceptos.
Eran gente de bien que se había cerrado sobre sus propias verdades y habían dejado fuera a quienes se salían del esquema.
Por eso la advertencia de Jesús sigue siendo válida para nosotras. “Si no somos mejores que los letrados y fariseos no entraremos en el Reino de los cielos”.
Oración
No permitas, Trinidad Santa, que nos creamos mejores que las demás.
Domingo V del Tiempo Ordinario