
02 Dic Sábado de la I Semana de Adviento
“Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis”.
Llegamos al final de esta primera semana de Adviento y Jesús se nos presenta con toda la actitud. Él va delante recorriendo aldeas, enseñando, anunciando, curando… Va delante con el corazón abierto, con la compasión desnuda.
Se va dejando tocar por el dolor ajeno y lo hace propio, se deja mover por la compasión y quiere despertarla en aquellas personas que le siguen.
Jesús mira el dolor y la necesidad, pero ya ve el alivio y la abundancia. Por eso nos dice que la mies es abundante: hay mucho bueno y es para TODAS. Él quiere que todas las personas participemos de esta abundancia por eso nos invita a rogar al Señor de la mies que mande trabajadores.
Estamos todas invitadas a este trabajo a favor de la bondad y la felicidad, a favor de la comunión. Y además, estamos llamadas a invitar a otras personas.
La fiesta del Reino se inaugura derramando cuidado, cercanía y cariño. La Navidad se prepara cuidando unas de otras. En este tiempo tan crispado, podemos arrojar de nuestras vidas los demonios del desánimo y el conflicto, y dejarle más espacio a lo bueno de cada día, a lo que sí tenemos, a lo que sí podemos.
En este tiempo de preparación podemos ir adornando nuestra casa interior, nuestro corazón, con gestos gratuitos de cariño. Una llamada, un whatsap, un abrazo, un interesarme por las preocupaciones de un compañero de trabajo… Hay una tonelada de gestos con los que podemos curar, limpiar y sacar demonios. Gracias a Dios en nuestro corazón no hay aforo limitado, en él podemos llevar a una multitud inmensa de gente y llenar el corazón de gente, llenarlo de amor. Y el amor tiene la curiosa cualidad de multiplicarse cada vez que se da, en lugar de menguar, crece.
Oración
Danos, Trinidad Santa, palabras y gestos que curen y cuiden, que alivien a nuestra humanidad dolorida.