
05 Oct Sobreabundancia
Las “Témporas” que celebramos en la Iglesia el 5 de octubre son como una actualización de aquella escena de la Creación: “Bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él había descansado de toda su obra creadora” (Gn 2,3).
Sí, empieza el otoño, el curso, la rutina… pero antes de cambiar de ritmo se nos invita a parar y contemplar. El verano, lleno de luz, es el tiempo de los frutos, como la primavera lo es de las flores. Nuestras sociedades modernas han perdido algo del encanto de lo que supone esperar una cosecha, recogerla, almacenarla… Hemos perdido contacto con la naturaleza y las tradiciones, pero muchas personas aprovechan el verano para volver “al pueblo” y nuestros pueblos nos enlazan con este legado a través de sus fiestas típicas, sus misterios y con todo lo que se hacía en casa de los abuelos… ¿Quién no hace o al menos piensa en hacer mermelada de moras?
Cada verano la Creación entera se renueva en sus frutos y el 5 de octubre nos invita a para, a dar gracias y también a pedir por los frutos que vendrán. Que pasen ante nuestros ojos los tomates, los pimientos, las calabazas, las berenjenas, el apio, la remolacha, las lechugas, los calabacines, los melocotones, las cerezas, las manzanas, las peras, las cerezas, los higos, las nueces y las castañas. ¡Sobreabundancia!
Celebremos tanta abundancia, tanta diversidad. Celebremos el esfuerzo realizado por tantas gentes de tantos lugares que hacen posible que nuestra mesa se llene de colores y sabores.
Y pidamos, pidamos con insistencia que se nos contagie la generosidad de la Creación, para que de esta superabundancia y variedad podamos gozar toda la humanidad. ¡Danos, Trinidad Santa, un corazón generoso y compasivo!
“Danos nuestro pan de cada día” pero no nos permitas acaparar lo que no es nuestro porque le falta a otras personas. Danos creatividad y valentía para que acertemos a repartir y perdónanos nuestro pecado de avaricia. Amén